El cuidado de los ornamentos litúrgicos

Un gran número de piezas dejó de utilizarse como consecuencia de los cambios motivados por el misal romano de 1969

La relación del hombre con Dios necesita del culto y la liturgia. Para ello, los ornamentos sagrados han contribuido al engrandecimiento de ambos. Buena prueba de la utilización de estos enseres la encontramos en los libros de liturgia que se conservan en la Institución Colombina. Entre otros, destaca el manuscrito del siglo XVII: Ceremonial de esta Santa Patriarcal y Metropolitana Iglesia Catedral de Sevilla, desde la dominica de septuagésima hasta el Sábado Santo inclusive, donde uno de los más importantes maestros de ceremonias de la seo hispalense, Sebastián Vicente Villegas, detalla cómo debe disponerse la liturgia en la cuaresma, una de las épocas más importantes del calendario religioso en Sevilla.

Del amplísimo patrimonio textil histórico, un gran número de piezas dejó de utilizarse como consecuencia de los cambios en los usos litúrgicos, los más recientes motivados por el misal romano de 1969. Manípulos, amitos, paños de púlpito y de indulgencias, velos de altar, gremiales y planetas cayeron en desuso y se conservan adecuadamente en distintos almacenes y dependencias del cabildo de la Catedral. Más de 4.000 piezas se conservan en estos espacios. De entre ellas, destacan los ternos de los siglos XVII y XVIII. Aún hoy se continúan utilizando las mismas capas: las rojas en las procesiones del Domingo de Ramos y de San Clemente; las blancas el día de San Fernando y las azules en la solemnidad de la Inmaculada Concepción.

El empleo continuado de los ornamentos y su desgaste necesitan una atención permanente. Conforme a investigaciones de nuestros antecesores, en la Catedral de Sevilla está documentado desde el siglo XV el cargo de “maestra de ornamentos o de las vestiduras”, responsable del cuidado, mantenimiento y reparación de estos tejidos, que actualmente realizan los restauradores y talleres especializados en la conservación y rehabilitación textil.

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