Los nombres de los nombres

Todos tenemos nuestras parejas de nombres guardadas en la mente y en el corazón

En la inmediatez de una nueva Semana Santa traigo hoy una de esas pequeñas claves que guardamos los sevillanos como oro en paño, pero con tal naturalidad que no le damos el valor que tiene. En estos días el sevillano se vuelve más sevillano aún y se abstrae de ese mundo exterior que existe más allá de la SE-30 con la excepción de las prolongaciones de Bellavista, Padre Pío, Torreblanca, Pino Montano o Alcosa.

El caso es que en estos días vamos a jugar esa especie de juego de parejas que asocia un nombre a otro, parejas sentimentales indisolubles. A una cofradía rápidamente uniremos el nombre de un conocido o un familiar, como un "ésta es la de Quique" cuando vaya a llegar presidiendo el palio bajo el cual va la Gracia de Sevilla, y otro paso nos traerá unido otro nombre distinto, aunque sea ya del pasado, como ese ”Ramón" que para mí siempre llevará prendido el palio de la Estrella que tan magistralmente ha pintado Daniel Franca para el cartel anunciador de nuestra Semana Mayor, nombres que reviven personas cada año. En otro caso será un balcón en el que buscaremos asomado respetuosa y fielmente en la cita ineludible a quien jamás falta a la cita, como el balcón de Antonio de Sales y Ferré que tiene su propio programa de cofradías y sus invitaciones personales para no verse desbordado y desde el que uno se siente los Viernes Santos parte de la doliente escena de la Sagrada Mortaja por la cercanía que provoca la estrechez de la calle.

Nombres, somos una ciudad de nombres, tantos que el sevillano anónimo es capaz de saberse el de uno y apelarlo en la bulla de un cruce para que ponga el mismo orden que en la puerta de una discoteca. También están los nombres que se hacen inseparables en el oficio, porque decir Banda de Tejera lleva aparejado el nombre de Tristán, por ejemplo, o Banda del Sol llevará ligado por siempre el de Eusebio más allá de dos días o veinte años de vínculo efectivo. Son los nombres de los nombres, uniones eternas que guardamos como la palabra pregón lleva consigo a Rodriguez-Buzón, aunque uno de los más brillantes homenajes que se le haya hecho recientemente a esa palabra sea autoría de Enrique Casellas. Porque la Cruz Parroquial era indisoluble del Mudo de Santa Ana, aunque no las sacara todas, claro. Yo cada vez que paso por la calle San Gregorio me parece que vaya a salir Luis Rodriguez-Caso de la sede del Consejo y no es que no haya habido otros presidentes del mismo, es que mi vivencia emocional tiene ese registro que asocia esos dos nombres ¿O si digo Rogelio para desayunar antes de ir a visitar las hermandades en su templo el Martes Santo no sabemos que quedamos en Trifón?

Todos tenemos nuestras parejas de nombres guardadas en la mente y en el corazón. Los calentitos eran y serán por siempre Juana en el Postigo y en la China y la memoria nos hará soñarla de nuevo despachando mientras esperamos que un caballo, el izquierdo por delante, cruce la aduana de esa Triana Chica que es el Arenal la mañana del Viernes Santo para que Cristo apoye su mano en su barrio de nuevo. Ya lo verán, piensen un poco, tienen sus nombres como los tengo yo, sin darse cuenta desgranarán esa letanía en estos días por las calles sevillanas.

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