Crónica de un día

Fran Barquilla

fbarquilla@grupojoly.com

El dolor de los padres de Marta del Castillo

Admiro la entereza de los padres de Marta del Castillo y que no hayan cometido ninguna locura. Eso dice mucho de ellos

"Mírame a la cara". Eso ha pedido la madre de Marta del Castillo, Eva Casanueva, a Javier García, el Cuco, en la segunda jornada del juicio para discernir si este y su madre mintieron en el proceso que condenó a Carcaño por la muerte de la joven.

Ya está claro que lo hicieron, porque lo reconocieron. El Cuco estuvo en la casa de Carcaño, escenario indiscutible -al menos se repite en todas las incontables versiones- de la muerte de Marta.

Pero no vengo a analizar el 'cachondeo' de este caso, permítanme que lo califique así, por no decir una cosa peor del sistema judicial y policial que lo han arrastrado a donde está hoy, 13 años después, con un único encarcelado y sin que haya aparecido el cuerpo de Marta.

Me quedo con lo que implica la petición de Eva Casanueva, una madre que después de tanto sufrimiento pide solo algo tan básico, de primero de humanidad, como es la empatía. Que esa otra madre y ese hombre ya (al menos por edad) se pongan en su lugar y en el de su familia para intentar reparar (si es que a estas alturas se puede) parte del daño hecho.

Empatía. Pero viendo el panorama y conociendo algo de lo que ha pasado en estos años me atrevo a afirmar que estas dos personas que están siendo juzgadas esta semana por mentir no tienen ni eso, ni humanidad ni nada que se le parezca.

Probablemente en su casa a la hora de comer se creerán víctimas y criticaran a esos padres de Marta que no se han cansado de pedir justicia. Insistentes. Tendrán el cinismo de pensarse mejores, de justificar lo que hicieran en su día a saber bajo qué pretendidos valores morales. ¿Salvar a un hijo que ha cometido un crimen? Ni eso tiene justificación.

Como padre no puedo ni imaginarme lo que sienten los de Marta. La pena, el desconsuelo y la rabia. Creo sinceramente que perder a un hijo, incluso por causas naturales, te debe dejar vacío.

Admiro la entereza de esos padres y que no hayan cometido ninguna locura. Eso dice mucho de ellos. Sí, Javier, sí, Rosalía: son mejores que vosotros. No les llegáis ni a la suela del zapato. Y si hay justicia divina, porque la de los hombres se ha mostrado inútil, se encargará de devolveros todo el mal que lleváis años haciendo. Por no practicar la empatía y por no contar la verdad completa ahora que no tenéis que tener ni miedo a un castigo ejemplar.

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