La Aldaba Andaluza

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La hora feliz para los sevillanos en El Rinconcillo

Varios cofrades lo han comprobado esta última semana de cuaresma. Han reconquistado la barra de El Rinconcillo, la taberna más antigua de la ciudad ante la que decenas de turistas hacen cola a la espera de que abra sus puertas cada noche. Hay que llegar pasadas las once y media, cuando no hay un solo guiri. Se han marchado todos. Cenan tan pronto que nos dejan libre todo el establecimiento para hincarle el diente al pavía, la croqueta, la tortilla, la ensaladilla y, por supuesto, las espinacas con garbanzo. Vale que el cierre es a las doce y media de la noche, pero tienen ustedes casi una hora para disfrutar de un verdadero privilegio.

En el final del Miércoles de Pasión se pudo improvisar una tertulia... de categoría, como dirían en El Palermasso. Y brindar por el maestro Palomino, alquimista del incienso siempre en el recuerdo y siempre presente en los ojos verdes de su Virgen del Valle, en el rostro de nácar de la Concepción y en la sonrisa enigmática de su Virgen de los Reyes. En El Rinconcillo comienza la hora feliz del sevillano sobre las once y media de la noche, al menos en los días laborables. No se quejen, oiga. Siempre hay motivos para la esperanza, siempre hay rendijas que ofrecen una salida, siempre hay opciones para la reconquista pacífica de los “espacios”, como se dice en el dialecto progre. Habrá que ir en los días de pascua cuando haya tanta tela que cortar y tanto que recordar. Con un coronel por delante. Nada de Aperol Spritz.

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