La Aldaba Andaluza

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El calvario de pasear por la avenida?de Eduardo Dato de Sevilla

Es imposible maltratar más al sevillano, castigarlo y hacerlo sudar de lo lindo con tantos espacios públicos duros y tanto urbanismo moscovita. La Avenida de Eduardo Dato es el enésimo ejemplo de reforma que concluye en un extenso tramo sin árboles, sin sombra, sin las mínimas condiciones de confort para el peatón. Ha ocurrido como en la Plaza de Armas, la explanada de la estación de Santa Justa, el Paseo de Marqués de Contadero, etcétera. Todos los partidos políticos tienen responsabilidad directa en la penalidad que nos imponen en las ultimas tres décadas. Pero nadie corrige los desmanes. Ni cambio climático, ni sostenibilidad, ni la dichosa habitabilidad. Todo palabrería hueca. Cuando llegan los pliegos de condiciones de los proyectos urbanísticos, nadie se acuerda la sombra, de que las ciudades deben ser cómodas para el viandante, sobre todo con seis meses con riesgo de altas temperaturas.

Nos sobra basura y nos falta sombra. Unos y otros, los de antes y los de ahora, están empecinados en privarnos de los beneficios de la sombra. Cada vez tenemos más piscinas y menos árboles. Somos una ciudad a la intemperie, siempre cara al sol con la camisa... sudada. No aprendemos ni tras el verano más caluroso desde que hay registros. Acaba una obra y sufrimos el impacto del vacío, metros y metros cuadrados para que usted los recorra a pie a la vuelta del trabajo y acabe con las axilas como Camacho en el Mundial de Corea.

Bienvenidos los Grammy y la Agencia Espacial, la reivindicación de la capitalidad, la exigencia de nuevos vuelos internacionales, el eterno debate sobre la ampliación del Museo de Bellas Artes, la demanda de una SE-40 completa y el pago con tarjeta en los autobuses de Tussam, pero nadie se preocupa de algo tan sencillo y, al parecer, tan complicado de promover la sombra en las calles y plazas. Eduardo Dato pasa a la lista negra de avenidas de urbanismo duro. Han tocado un extenso tramo junto al Puente de San Bernardo y, como siempre, lo han dejado peor. Gobernar una ciudad consiste ni más ni menos que en dejarla mejor que estaba cuando se llega al cargo. Nunca con menos sombra. Sevilla, ciudad de las personas y calvario de los paseantes.

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