La ventana
Luis Carlos Peris
Brigitte y lo pecaminoso
INGENIERÍA financiera es como la califican los cúrsiles a la violeta que de todo entienden sin saber de nada. Y basándose en ese tipo de ingeniería es como el Betis, por siempre y para siempre Real Betis Balompié, anda manejándose en el intrincado espacio en que se mueven las compraventas. De esa manera y manteniendo el equilibrio, que a la fuerza ahorcan, es como el club verde, blanco y verde, procede a conformar la tropa que, al menos, iguale los últimos registros conseguidos.
Así ha logrado que un futbolista tan prestigioso como el llamado Rodrigo Riquelme acceda a vestir de verdiblanco. De esa misma manera anda en la intentona de lograr que el prohibitivo Antony continúe haciendo estragos por estribor. Y es que ajustarse a los exigentes parámetros que traza Javier Tebas obliga a tirar de ingenio, que para eso ingenio tiene descendencia llamada ingeniería.
Ingeniería financiera que cuesta aplicar a las operaciones de salida cuando es deseada por el club ante el rechazo de futbolistas de vuelta que no aceptan bajar su estatus. Casos como el de William Carvalho, que no aceptó irse en busca de petrodólares cuando eso era posible y ahora se resiste a un bajón en su nivel de vida. Es tiempo de encajes de bolillos en cada cancillería y es que alcanzar el plácet de la patronal es tarea asaz complicada a la hora de inscribir futbolistas. Hay que recurrir irremediablemente al ingenio, no cabe otra; marchando una de ingeniería financiera.
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