La ventana
Luis Carlos Peris
Brigitte y lo pecaminoso
Igualito que la paga extra, el Tour o la Velá trianera, los sanfermines están en el programa de cada mes de julio subrayado en gruesos caracteres. Son las citas que decoran este mes de forma ineludible y desde esta mañana, Estafeta será una explosión de vida tan grande que ni siquiera Bildu osa caparla prohibiendo los toros. Al menos, la gran fiesta que le dio fama mundial a Pamplona parece intocable por mucho que con esta gente nunca sepa uno a qué carta quedarse. Sólo los antitaurinos dan la nota objetando la mayor fuente de riqueza del verano, quizás del año, pamplonica y lo hacen bajo sus inveterados cánones de zafiedad y sectarismo. Encierro matinal y corrida por la tarde con los toros de Fuente Ymbro en una plaza de indiscutible personalidad. Si Sevilla es la esencia del rito y Madrid la exigencia, Pamplona es el bullicio y la diversión sin freno. Una diversión muy rentable a la que ni siquiera los profesionales de la prohibición ponen coto. Y eso que, año tras año, lo intentan con todas sus ganas.
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