En el centro y norte de Europa la presencia de la extrema derecha en los parlamentos se percibe como una fractura en la derecha tradicional. En el caso de España, así como en Portugal e Italia, la fisura se presenta por la izquierda.

El elemento común es el ascenso de los radicalismos y la fragmentación de las ideologías, que obviamente se traduce en una mayor complejidad a la hora de formar mayorías de gobierno, pero las diferencias continúan reproduciendo patrones geográficos enfrentados entre el norte y el sur. Mientras que en el primero se imponen las opciones más pragmáticas o moderadas, es decir, menos ideológicas (Merkel se niega de plano a gobernar con la extrema derecha), en la ribera mediterránea las confluencias son más propensas a desplazarse hacia los extremos.

En el caso de España tenemos la voluntad de entendimiento ente el PSOE ganador de las pasadas primarias y Podemos, aunque con dos matices nada desdeñables. Por un lado, que se trata de un proyecto de confluencia estratégica en la oposición, pero no de gobierno, como sería el caso mayoritario en el resto de Europa. Por otro, que si bien la recta final del referéndum en Cataluña ha obligado al conjunto del bloque constitucionalista a afrontar el problema unidos y desprovistos de accesorios estratégicos, para el PSOE va a suponer un coste sensiblemente mayor que para el PP y Ciudadanos. Su secretario general, al que lógicamente se le ve especialmente incómodo con la situación, debe ser perfectamente consciente de que su proyecto de confluencia de izquierdas, si es que existe, no podrá salir indemne del enfrentamiento de posiciones tan enconadas. Y no sólo por la necesidad de aparcar temporalmente su estrategia de distanciamiento del Gobierno y del PP, sino también porque las diferencias que todos intuíamos latentes dentro de su propio partido sobre el futuro modelo de Estado, no solamente se han hecho patente en estos días, sino que anuncian el inicio de un intenso debate interno durante los próximos meses.

Los binomios son el resultado de combinar dos expresiones matemáticas mediante un signo de suma o resta. Si se relaciona con una tercera expresión a través de un signo igual, se obtiene una ecuación, que nos informa del resultado de la mezcla. Del debate político en torno al referéndum catalán se deduce que no todas las opciones son susceptibles de combinación. Sólo las de izquierda y las que podríamos denominar moderadas. Se supone que las primeras comparten una conciencia social más desarrollada, aunque se intuyen importantes diferencias sobre la forma de conseguir sus objetivos de manera eficiente. La confluencia en la moderación tiene la ventaja de limitar el dilema de eficiencia, conscientes de la capacidad del mercado para resolverlo, pero también de que sus consecuencias pueden ser inaceptables en términos de igualdad y justicia social. En el establecimiento de los límites al mercado para garantizar una distribución equitativa del excedente social está el principal obstáculo a la compatibilidad de las soluciones moderadas, pero también la principal causa de fractura en la derecha ideológica europea.