LA VENTANA
Luis Carlos Peris
Y aparecerá el invierno
Parecía que el tercer triunfo consecutivo estaba en el bote, pero a media hora del final aquello se embarró y todo tomó una deriva impensable. Hasta entonces teníamos delante a un Sevilla muy competente que basaba su superioridad en una rara facilidad para ganar duelos, casi todos los duelos y ante un Mallorca que justificaba su puesto en la tabla. Era un Sevilla corajudo y muy generoso en la presión colectiva para una superioridad incuestionable que sólo esperaba la llegada del gol que dejase las cosas vistas para sentencia.
El tempranero gol de Vargas parecía suficiente, pero los recovecos del fútbol son imprevisibles, Muriqi demostraba una vez más su punch para conseguir lo que Virgili había desaprovechado un par de veces. Y aquí, con media hora por delante, Almeyda apeló a la calidad, léase el aporte de Alexis, Januzaj y Adams, pero llegó la catástrofe.
Casi al mismo tiempo, Jagoba mandó a la pelea a Mateo Joseph para que en el corto espacio de cinco minutos volteara el electrónico. Ahí acabó todo y un partido que empezó con el pasaje negativo de la lesión de Azpilicueta en el primer minuto derivaría a una catástrofe inexplicable. Ese Sevilla que desarboló al Barça y que parecía vigente durante gran parte del juego se desmoronó cuando Almeyda quiso cambiar el registro de equipo solidario y con fe de carbonero para diluirse ante el colista de la categoría. Fútbol es fútbol, todo puede pasar siempre, siempre, siempre.
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