El Cabildo de la Catedral de Sevilla ha sido custodio siete siglos de su rica historia; mantiene la liturgia diaria y la celebración de las grandes festividades como la Semana Santa, el Corpus, San Fernando, San Clemente, los cultos a la Virgen de los Reyes o la Inmaculada, entre otras; y realiza una amplia pastoral sacramental. Para ello, recurre a su extraordinario ajuar de enseres litúrgicos que revisa de forma periódica y, si es preciso, restaura. Sus ornamentos sagrados dan fe de la magnificencia del ceremonial en las festividades religiosas, que siguen realzando las ceremonias más solemnes, como ocurre en nuestra Semana Mayor.

La realidad que hoy conocemos es el resultado de una institución y un inmueble muy vivo con más de cinco siglos de trabajos continuados, siempre en un proceso de transformación y crecimiento. Recordemos que la Catedral es un edificio con casi 20.000 metros cuadrados de superficie construida, y algunos espacios datan de la última década del siglo XIII. De esta manera, el Cabildo es heredero y continuador de una larga tradición de conservar y mostrar el inmueble y todo su patrimonio en buen estado, potenciando su valor histórico y cultural.

Muestra de ello son las exposiciones monográficas realizadas en los últimos años, que han permitido al ciudadano y al visitante valorar la verdadera dimensión del patrimonio que percibe. Al tiempo que se realiza el intenso plan de grandes obras de conservación, se llevan a cabo las tareas de mantenimiento. De este modo, para la cuaresma, se realizan protocolos para labores de limpieza y revisión de enseres.

Mientras conmemoramos este tiempo de preparación espiritual y material, conviene tener presente la importancia de conservar y proteger este inmenso patrimonio cultural invaluable: labor fundamental para garantizar que estas tradiciones y costumbres puedan ser disfrutadas por las generaciones futuras.