Luis Carlos Peris

La Alameda como oasis veraniego

La ventana

01 de julio 2014 - 01:00

ÚNICAMENTE la Alameda tenía vida en una tarde de domingo muy particular. Tras la intensidad de un Holanda-México no apto para corazones vulnerables, el paseo por una ciudad como adormilada, como si estuviera viviendo una especie de día después. Las calles desiertas, poquísimos bebederos abiertos, una especie de nirvana que impelía al abandono mental y al paso despacioso por unas prisas que ni estaban ni se les esperaba. Domingo suave de verano mientras el manto de la noche cae morosamente y en el silencio, esa explosión de vida que es la Alameda veinticuatro horas de guardia. Y en el corazón de la estridencia, un grupo de holandeses festejaba la victoria de su equipo. Un caso a estudiar el de la Alameda sobre cómo se ha revitalizado y ese su carácter de oasis en el que avalanchas de criaturas se refugian para hacer del enclave algo muy singular.

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