Sueños esféricos

Juan Antonio Solís

'Boutade' al cuadrado

08 de febrero 2016 - 01:00

UNA boutade como el cimborrio de la Catedral de Sevilla, el mismo que se hundió varias veces a lo largo de la historia. Eso fue lo que hizo Unai Emery en Vigo con la alineación que dispuso. "Boutade" es una palabra de raíz francesa -ahora que tanto se habla este bello idioma en el vestuario sevillista- que define una intervención pretendidamente ingeniosa, destinada por lo común a impresionar y que no tiene éxito. Una extravagancia sin gracia.

Antes del partido, el Villarreal lucía 45 puntos en la tabla, 9 más que los sevillistas. Mucho trecho para la Champions. Ganar en Vigo era clave para alentar el objetivo de este dechado de ambición llamado Sevilla, situarse a seis puntos del cuarto y meterle presión, teniendo en cuenta que los amarillos deben visitar Nervión.

Este partido era un punto de ruptura de servicio en un partido de tenis que vas perdiendo.

Los motivos de reservar a Tremoulinas, Kolodziejczak, Vitolo, Banega y Gameiro, casi la mitad del equipo titular, sólo los sabe el entrenador. Un muy buen entrenador, que mantiene al Sevilla en la pomada, que lo suele lanzar cuando llegan los partidos decisivos y que lo tiene en puertas de otra final, la tercera en tres años. Pero que falla, como Messi falla penaltis. Y se dice. Aunque luego algún ventajista te lo eche en cara en cuanto vuelva a dar en la tecla el vasco, como suele.

La alineación de ayer hubiera estado justificada con un 2-1, un 1-0, un 1-1 en la ida de las semifinales. Pero con un 4-0 y jugándote lo que te jugabas, lo que te juegas, esa hojilla que el delegado, Juan Martagón, entregó a Velasco Carballo para su acta fue lo que fue. Una boutade con todas las letras. Y bien cara para el club.

¿Fazio? Boutade al cuadrado. Pero ahí la responsabilidad se la reparte Unai con Castro y Monchi. Muchos sevillistas no perdonan al argentino. Y éste, encima, los agita aún más con su absurda roja. Ojo, no se les caiga el cimborrio...

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