EL candidato del Partido Popular a la Presidencia de la Junta de Andalucía, Javier Arenas, perdió la oportunidad de explicar sus propuestas y detallar su proyecto político al negarse a acudir al debate celebrado el pasado lunes en Canal Sur Televisión y exigir que el cara a cara con su adversario socialista, José Antonio Griñán, tenga lugar en otro ámbito público. Ha sido un error que no se puede justificar por el hecho de que la Junta Electoral haya desautorizado a la RTVA por su falta de neutralidad. Ahora bien, que la actitud de Arenas haya sido desafortunada no implica que Canal Sur sea un modelo de neutralidad y pluralismo. Los avances que en algún momento se produjeron para dejar en manos de los periodistas de la empresa pública la aplicación de criterios estrictamente profesionales a la información han sido puestos en entredicho por algunos directivos de la cadena. No se puede decir que Canal Sur trate igual al partido que gobierna la Junta que a los de la oposición, como no se puede decir que eso ocurra tampoco en otras cadenas autonómicas, como las de Valencia o Madrid. El esfuerzo de desgubernamentalización de los servicios informativos hecho durante la etapa de Zapatero en TVE no se ha visto correspondido por un paralelo ejercicio de neutralidad e imparcialidad en las televisiones autonómicas en general. La servidumbre hacia el poder se constata en la selección, presentación y ubicación de las noticias, la composición de las tertulias y el contenido de los programas no diarios, sin que muchos trabajadores puedan hacer otra cosa que obedecer. Si éste del respeto a la pluralidad es uno de los objetivos fundacionales de Canal Sur y no se cumple adecuadamente, es justo preguntarse una vez más si Andalucía puede costearse un instrumento de comunicación tan caro y tan parcial. Javier Arenas debió acudir al debate de campaña celebrado en Canal Sur, pero Canal Sur no puede presumir de neutralidad. Su modelo necesita ser revisado por el Parlamento andaluz.