Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
LEGÍTIMA aspiración la de rebajar la cláusula de rescisión por todo aquel futbolista que tiene en su cabeza recalar en un club grande. Y legítima postura también la del club que tiene sus derechos a fin de no acceder a los deseos de su futbolista. Es el caso que enquista la renovación de Rakitic por el Sevilla, ya que la diferencia entre la cláusula actual y la que pretende el futbolista se cifra en demasiados millones de euros, un pastizal.
Acceder a los deseos del jugador supone que el club que lo adquiera pague mucho menos de lo que pretende el Sevilla, pero hacer oídos sordos es arriesgarse a que el futbolista se vaya gratis total así que acabe su contrato, que es en junio de 2015. Ivan Rakitic supone uno de esos grandes negocios que ha hecho el Sevilla en el último decenio, pues llegó mediante una módica cantidad que el Schalke aceptó porque mejor pájaro en mano que ciento volando. O sea, lo mismo de ahora.
Es la ley de este fútbol de hoy, que el futbolista que te sirve siempre anda amagando con su marcha, mientras que los que no sirven te los comes con gran abundancia de patatas. Y siempre subyace lo de qué es mejor, si acceder a lo que la estrella desea o decirle esto es lo que hay. Esto es lo que hay no suele ser aconsejable y casi es mejor acceder a un bajón en la cláusula por mucho que se sepa que ese bajón tiene como fin acelerar los plazos para ir adonde él desea.
Quiere decirse con todo esto que si se espera a junio de 2015, Rakitic se va sin dejar un solo euro. A veces, muchas veces, hay que conformarse con menos porque menos es más. Lo doloroso de este tema es que los clubes que conforman la numerosísima clase media del fútbol siempre anden mirando al cielo a ver si llueve o no, a ver cómo tiene la cara, si mala o buena, ese objeto de deseo que es un buen futbolista. Y no cabe duda de que este suizo-croata lo es y muy bueno.
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