La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Las zonas prohibidas de Sevilla
Dos de enero, 11:00. Llego a la Plaza del Carmen para asistir a la conmemoración de la entrada en Granada de los Reyes Católicos. Los ultras de uno y otro lado ya caldean el ambiente con sus cánticos tradicionales. "Los genocidios no se celebran", cantan los independentistas andaluces (que, al parecer, existen); "España cristiana, no musulmana", contraataca el facherío. Los nietos de Blas Piñar se han situado frente a lo que fue el Club Taurino -lo encuentro muy apropiado, teniendo en cuenta su tendencia a utilizar la cabeza para embestir-; la izquierda radical ha colocado sus pancartas a las puertas de la ONCE -atinado también, porque más de uno va ya ciego como un perro; como un perroflauta, concretamente-. 11:30. Poco a poco la plaza se ha ido llenando de gente. Incluso de gente normal. La comitiva municipal sale a la calle desde el interior del edificio consistorial. Suena el himno de Andalucía, que pitan los falangistas. El de España lo silban los batasunis. El cortejo se dirige a la Capilla Real. Decido entretener la espera tomando un chocolate con churros. 12:30. La plaza está a rebosar. Es decir, 3.000 personas. Toda Granada, según los partidarios. Una minoría nostálgica para los detractores. Un tipo con pinta de bajista de Gabinete Caligari me entrega un folleto: "Una nueva Reconquista para defender nuestra identidad". La Alhambra no es España, claro: es un caballo de Troya introducido por Soros para quebrar el alma de Occidente. 13:30. La comitiva entra de nuevo en la Plaza del Ayuntamiento (desde la pequeña reforma del ceremonial llevada a cabo hace unos años, encabeza el cortejo un morisco, que es como Inda en las tertulias de La Sexta: un tío que cobra para que se caguen en su puta madre). Entonces estalla lo que el cura de la Peza definió de manera precisa como "el follaero de María Santísima": gritos, abucheos, petardos, banderas con el pollo, "vosotros fascistas, sois los terroristas", un tío de Móstoles -menuda empanada-, replicando que "el fascismo es alegría", "¡Granadaaa…!", "qué", "¡Granadaaa…!", "qué", "¡Granadaaa…!", "qué"… Y finalmente, la plaza vacía y el silencio. Almudena Grandes y su hija, cada una por su lado. 14:15. Agotado, me dirijo a un bar cercano. El camarero, que es argentino, me saluda: "Buenas, ¿qué tal? "Nada, que vengo de la Toma". "¿Qué toma?" "Una cerveza, por favor". "¿Águila o Alhambra?" Me quedo pensativo unos segundos: "Ya he tenido bastante por hoy: mejor me pone un rioja".
También te puede interesar
Lo último
Día Mundial del Lavado de Manos
¿Qué significa que una persona está todo el rato lavándose las manos según la psicología?