Fragmentos

Juan Ruesga Navarro

Dorada mediocridad

19 de enero 2015 - 01:00

VIVIMOS en una dorada mediocridad. Pero no aquella aurea mediocritas que propugnaba el poeta clásico Horacio, entendida como el equilibrio entre lo alto y lo bajo, una brillante moderación, como gusta traducir a algunos la mediocritas latina. De aquella moderación, se desprendía la aristotélica expresión: en el punto medio está la virtud. Pero cuando este equilibrio se traduce en continuismo de la vida de siempre, en conformismo con la situación injusta para muchos en la que nos encontramos, todo se tiñe de una luz mediocre que alumbra un grupo humano a mitad de camino entre la resignación y el cinismo del ande yo caliente. Parafraseando al cantante, pongamos que hablo de Sevilla.

Si tenemos un paro del 34% frente al imposible de tolerar del 24% de media en España, parece que no pasa nada. Si nos situamos en el lugar treinta y siete de toda España por renta per cápita, parece que no pasa nada. Si en la Enseñanza Secundaria Obligatoria alcanzamos una tasa de fracaso escolar del 23% y del 30% en Bachillerato, frente al 13% de media en la Unión Europea, parece que no pasa nada. Si la tasa de industrialización andaluza es del 9%, muy por debajo del 15% de la economía española, parece que no pasa nada.

Las calles están llenas, el buen tiempo acompaña y cada vez nos parecemos más a La ciudad alegre y confiada que describía Jacinto Benavente, aquella en la que los habitantes continuaban con su vida habitual, en la confianza que los gobernantes actuarían sabiamente, fuera así o no. Parecería que apostamos por el ideal de una vida moderada, sin sorpresas, sin cambios, unos días se suceden a otros y unos años a otros. Belenes, luces y cabalgatas, procesiones, alumbrado y casetas, carretas, playas y vuelta a empezar. Me da la sensación de que hemos alcanzado un equilibrio plano y falto de proyectos, o de conformismo con no poder desarrollar los pocos que tenemos.

Una realidad cansina nos dice que Sevilla no evolucionará sin mejores infraestructuras. En el recuerdo de los mayores está el frustrado y nunca realizado Canal Sevilla a Bonanza, proyectado para permitir la llegada a Sevilla de buques de gran tonelaje. Las obras comenzaron en 1961. Se hicieron dos kilómetros y ahí quedó. Ahora tenemos pendiente el dragado del río, completar la circunvalación SE40, terminar el sistema de Metro con todas sus líneas, los puentes y pasarelas sobre el río previsto por el Plan de Ordenación aprobado en 2006, el plan de aparcamientos. Los terrenos de Tablada siguen sin las actuaciones que lo potencien como un activo, sea un parque metropolitano o cualquier otra cosa. El decidido reequipamiento de nuestros barrios, que hoy por hoy tienen un nivel más bajo de equipamientos urbanos que algunos de los municipios del entorno. Por ejemplo, en los barrios de Sevilla Este, Alcosa, Torreblanca y Zona Norte, viven más de ciento cincuenta mil habitantes, población equivalente a Salamanca, pero sin los servicios de dicha ciudad española. Ya sé que se está bien en una terraza, al buen sol, tomando una cerveza y disfrutando de la amistad, pero ¿eso es todo a lo que aspiramos?

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