Editorial: Los presupuestos de la austeridad

LA consejera de Hacienda presentó ayer la llamada "envolvente financiera" de los presupuestos generales de la comunidad autónoma andaluza para el año 2011: el escenario macroeconómico y la previsión de ingresos durante el ejercicio. Suponen un recorte del 6,1% con respecto al presupuesto de 2010, aún vigente, una bajada ciertamente notable, que hace retroceder varios años las grandes cantidades que maneja la Junta de Andalucía. Se trata aún de un anteproyecto de ley, que llegará al Parlamento antes de que acabe el mes de octubre, pero que no va a diferir mucho de estas magnitudes cuando, a finales de diciembre, acabe refrendado por la Cámara. Son unos presupuestos de ajuste duro y contracción, que alejan el horizonte de la reactivación que hace falta para combatir el problema número uno de los andaluces, que es el desempleo. La propia consejera lo reconoce al fijar una previsión de crecimiento del PIB de un 1,3% durante el año próximo, claramente insuficiente para crear puestos de trabajo, y ello sin tener en cuenta el habitual optimismo de las previsiones oficiales. La merma en las cuentas públicas viene determinada por las exigencias del Gobierno de la nación, tras su giro de la primavera pasada, de que las comunidades autónomas no incurran en un déficit superior al 1,3%. La Junta ha fracasado en su intento de que el Ejecutivo permita un mayor endeudamiento a las autonomías que han gestionado con mayor solvencia y, por tanto, se han endeudado menos. Es el caso de Andalucía, cuya deuda pública por habitante y año es notablemente inferior a comunidades como Cataluña y Valencia. Para hacer frente a esta situación, la Junta se propone vender fincas y edificios de su propiedad a fin de allegar mayores recursos que, no obstante, serán insuficientes para las infraestructuras previstas. Está por ver la eficacia del mecanismo propuesto de realizar obras públicas acudiendo a la iniciativa privada. Mientras el Defensor del Pueblo avisa de que el 30% de los andaluces viven por debajo del umbral de la pobreza, los presupuestos de 2011 prometen recortes, austeridad y menos inversión. Son presupuestos de crisis y restricciones.

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