Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
CÓMO hemos cambiado. Es revelador que una de las productoras punteras del audiovisual de este país se denomine Fábrica de la Tele. Había que preguntarse qué fabrican. Lo más parecido al fast food. Productos de usar y tirar. Casi detritus. La palabra no engaña: fábrica, factoría, mero empaquetado de productos sin fuste en una especie de bucle sin fin.
Es paradójico que existiendo más horas que nunca de programación, de programaciones, habiendo tantas cadenas que deben llenar las 24 horas de señal, esas fábricas, dicho en plural, de productos televisivos, hagan las veces, con perdón, de meras excretoras de subproductos que huelen a distancia. Tanto es así, que si tuviesen que pasar un control de sanidad, como hacen los de cualquier otro producto relacionado con el consumo, quedarían fuera del mercado. Cabe preguntarse qué fue de aquellos comunicadores de los mejores formatos televisivos que en estas últimas dos décadas han sido. De Lo + plus, Máximo Pradera anda en la radio y Fernando Schwartz en tierras insulares. Ana García Siñeriz se ha reubicado en informativos de Cuatro. Roberto Picazo remontó hasta convertirse en un líder del humor patrio, pilotando un formato de ya lleva cuatro temporadas. Y sólo Ramón Arangüena cayó atrapado en la red de las fábricas de la tele.
De La noche americana, Juan Carlos Ortega se ha refugiado en Canal Cultural.es, con La mitad invisible, y continúa sus colaboraciones con Pepa Fernández en Radio Nacional. En Carta blanca' no había presentador, pero su director, Santi Tabernero, se encuentra al frente de los especiales musicales que produce TVE. De Las cerezas, Julia Otero encontró acomodo temporal en la televisión autonómica catalana, para después continuar su andadura radiofónica. Y poco más. La dichosa fábrica los termina engullendo a todos.
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