Cuchillo sin filo

Francisco Correal

Federico y Bibiana

PUES sí que las generaciones que ahora empiezan a abrir sus ojos al mundo se van a encontrar con dos buenas referencias éticas. Desde la izquierda, una ministra de cartera inane presenta su candidatura al Nobel de Biología asegurando que los primeros meses de vida intrauterina corresponden a un ser vivo, pero no se puede hablar de ser humano. Desde la otra orilla, un político que llegó a ser presidente del Congreso de los Diputados debería haber presentado hace años su dimisión del escaño que ocupa. La chapuza que sus subordinados en el Ministerio de Defensa del PP hicieron con la identificación de los cadáveres del Yak-42 es una de las páginas más bochornosas de la política española. En el mismo lenguaje de la ministra de Igualdad, estos militares olvidaron una cosa fundamental: sus colegas fallecidos en las montañas turcas perdieron allí su condición de seres vivos, pero con el rocambole de las autopsias quisieron arrebatarles también la de seres humanos, lo cual es metafísicamente imposible.

Es una lástima que un político con el prestigio de Federico Trillo lo haya dilapidado en tan poco tiempo. Me contaba Felipe Alcaraz, el mejor novelista que ha pasado por el hemiciclo de la carrera de San Jerónimo, que protagonizaba con Trillo cruces dialécticos sazonados con citas de Shakespeare o de Horacio.

Planteada esta doble ética de Bibiana y de Federico, seres vivos que no son humanos, seres humanos que no son vivos, sorprende de qué manera tan distinta administran las tragedias uno y otro partido. El Yak-42 es con el Prestige y la guerra de Iraq uno de los integrantes del romance de ciego que los socialistas escenifican cada vez que la realidad los deja sin argumentos. No sé si es suerte o marketing, pero el partido que gobierna camina sobre los muertos como los temerarios que en las hogueras de San Juan lo hacen sobre el fuego sin que éste les deje la menor secuela.

No tuvieron repercusión política alguna los doce muertos en el incendio de Guadalajara, una pérdida infinitamente superior a cien Prestige; tampoco el accidente que se llevó la vida el 16 de agosto de hace tres años de los militares con base en Herat que viajaban en vuelo táctico por Afganistán. Ni siquiera la mayor tragedia de los últimos veranos, el siniestro en la pista de Barajas de un Spanair ocurrido el 20 de agosto del año pasado. Tres sílabas, agosto, que nos cogen casi siempre alegres y confiados y reserva golpes secos en días de vacío informativo. Las víctimas del 11-M produjeron un vuelco espectacular a las encuestas en las elecciones del 14 de marzo de 2004. Hay un partido que administra bien los tiempos de la desgracia ajena y hay otro que no deja de echarse tierra encima.

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