EN este lunes, de vuelta al cole como tantos otros, en todos los colegios e institutos de Sevilla y provincia, en todos sus claustros y en todas las asociaciones de padres y madres, se debería hablar del extraordinario éxito de la iniciativa Produce una ópera, del Teatro de la Maestranza con la colaboración de la Delegación Provincial de Educación. Además de fructífero, es más gratificante el triunfo de tantos niños y adolescentes que una actuación memorable de Pavarotti.

Impagable el valor añadido de esta experiencia educativa, por lo que los escolares han trabajado durante meses, y por lo que han realizado y compartido sobre el escenario del Maestranza. Y lo que supone integrar en una aventura gozosa a centros tan alejados entre sí como el Picasso, de Alcosa; el Vistazul, de Dos Hermanas; las Irlandesas de Bami o el San Francisco de Paula, entre otros muchos.

Tomen nota, directores de colegios e institutos, padres, autoridades, candidatos a las elecciones, directores de teatros, directores de conservatorios y de escuelas de artes escénicas. Propicien una movilización educativa para aumentar la realización de este tipo de proyectos compartidos. No se queden atrás. A la vez que se ofrecen programaciones (también necesarias) para que los niños sean espectadores, hay que dar el gran salto para que ellos destapen el tarro de su potencial y sean protagonistas. Es como se aprende, se disfruta y se madura. Y también hace madurar a los padres para que no los estropeen como criaturitas pasivas. El pasado sábado fue una auténtica Maestranza (de maestría) para adultos y pequeños.

En modo alguno devalúa el prestigio del Maestranza, el Lope de Vega o el Central que se dediquen parte de sus recursos y fechas a estos menesteres infantiles y juveniles, ya sea con ópera, con hip hop, con teatro grecolatino o con danza. Al contrario, los incardina mejor en su función de servicio público.

Bendito problema se avecina: encauzar la demanda de hacer cultura.