La tribuna

Rafael Caparrós

Nuevos escenarios bélicos

23 de septiembre 2008 - 01:00

AUNQUE la magnitud de la actual crisis económica norteamericana, con las espectaculares caídas de auténticos gigantes de las finanzas, haya postergado últimamente el lugar que las guerras de Iraq y Afganistán venían ocupando en las primeras páginas de los periódicos norteamericanos y en la propia campaña electoral presidencial, lo cierto es que el curso seguido por ambas contiendas es cada vez menos esperanzador, frente a las pretensiones triunfalistas de los portavoces de la Administración Bush, que, dando ya por resuelto el conflicto iraquí, se aprestan a afrontar, con renovadas ínfulas, el afgano.

Para ellos, en efecto, la "normalización" de la situación iraquí es ya un hecho, como lo demuestran los pronunciamientos oficiales en la despedida del laureado general Petraeus, al que se considera el exitoso artífice de esa "normalización" iraquí y que "asciende" ahora a la máxima jefatura del Comando Central norteamericano, trasladándose a Afganistán. Es indudable que la situación iraquí era mucho más convulsa hace 19 meses, cuando Petraeus se hizo cargo del mando unificado y estableció, junto con el embajador Crocker, una nueva estrategia de lucha contra la insurgencia. Pero lo cierto es que ni la violencia política ha desaparecido, ni se dice nada del alto precio pagado por esa relativa "pacificación" iraquí: desde el compromiso suscrito con Muqtada al Sadr, el poderoso clérigo chií, a cambio de su alto el fuego, por el que los estadounidenses asumían lo esencial de su programa político: un calendario para dejar Iraq libre de tropas de ocupación antes de finales de 2010, hasta los pagos millonarios efectuados a varios grupos insurgentes suníes para que dejaran de hostigarlos y empezaran a combatir a Al Qaeda junto con las tropas norteamericanas. Con todo, hablar de "la pacificación de Iraq" porque ya sólo mueran 25 ó 30 civiles diarios, en lugar de 200 ó 300, es sencillamente absurdo. Como ha dicho Stiglitz, "Iraq es el único lugar del mundo en el que nos hemos acostumbrado tanto a la violencia, que un día bueno es aquél en que sólo matan a 25 civiles".

Peor todavía están las cosas en Afganistán. Por primera vez desde el comienzo de ambas guerras, en el pasado abril las bajas norteamericanas fueron más numerosas en Afganistán que en Iraq. El paso de estos meses ha confirmado la tendencia al cambio de escenario bélico principal en el área. Y así lo corroboraba el último informe de la OTAN, al referirse a un nuevo escenario bélico, presidido por las crecientes bajas militares, tanto de estadounidenses de la misión Libertad Duradera como de las fuerzas multinacionales de la Asistencia Internacional a la Seguridad, por el cada vez más intenso activismo talibán y su probada capacidad para renovar su armamento, agrupar a nuevos combatientes y lograr crecientes éxitos militares y políticos. Aprovechándose de las ventajas orográficas del área situada entre las fronteras de Afganistán, Pakistán y la tribal Wazirsistán del Sur -precisamente la zona donde, al parecer, se oculta el escurridizo Ben Laden-, los guerrilleros talibanes han sabido burlar el control aéreo norteamericano, mientras seguían combatiendo, e incluso han provocado ya ataques del ejército pakistaní contra helicópteros de EEUU, que habían traspasado sus fronteras, volando desde Waziristán del Sur.

Obama ha utilizado en las primarias un viejo eslogan acuñado por John Kerry en las presidenciales de 2004, "Iraq es la guerra equivocada en el lugar equivocado", con el que daba a entender que el frente central en la lucha contra el terrorismo islamista debería ser Afganistán y no Iraq. Bush parece darle ahora la razón, al anunciar el pasado martes recortes de tropas en Iraq … para enviarlas a Afganistán.

Sin olvidar que, desde la todavía influyente perspectiva neocon, sigue pendiente el contencioso con Irán por la utilización de la energía nuclear, que Bush se ha visto obligado a postergar por obvias razones de calendario electoral. En una entrevista recientemente publicada en Le Monde, Zbigniew Brezezinski, un influyente experto norteamericano en política exterior y asesor de varios presidentes, afirmaba que si ganara McCain, no habría cambios significativos en la política exterior estadounidense. Seguirían, pues, ese denostado unilateralismo que ignora a Naciones Unidas y a sus propios aliados, y su agresivo militarismo, en defensa del interés nacional. Contra Afganistán, e incluso ya contra Irán. Sobre todo, si, como parece probable, McCain eligiera como secretario de Exteriores al ahora senador republicano Joseph Lieberman -tránsfuga del Partido Demócrata que acompañara en 2004 a Al Gore en su lista electoral-, quien ya en su día votó a favor de la guerra de Iraq y recientemente se ha permitido afirmar que "sepámoslo o no, hemos entrado ya en una cuarta guerra mundial contra el mundo islámico".

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