Cuchillo sin filo

Francisco Correal

fcorreal@diariodesevilla.es

Resacón en Las Vegas

Todos los ministros de Agricultura suenan a Tomás Allende y García-Baxter

Al ministro de Agricultura, Luis Planas, hay que reconocerle dos cosas: la primera, que no estuvo en la gala de los Goya y eso que buena parte de las películas españolas tenían un importante componente rural. Menos mal que fueron en Valladolid y sólo acudieron el presidente del Gobierno y cuatro de sus ministros: la vicepresidenta Yolanda Díaz, la ministra de Igualdad, el de Cultura y el de Transportes, en su condición de ex alcalde de la ciudad. Si la gala se llega a celebrar en Pontevedra, en plena campaña de las elecciones gallegas, tendrían que haber reservado una fila entera para los ministros y ministras con sus carteras (¡anda, los Donuts!). Y otra cosa en el haber de Planas es que no tutea a la presidenta de la Comisión Europea, la señora Von der Leyen, Úrsula a secas para el presidente del Gobierno, como si fuera la Vilma de los Picapiedra. Dice Joaquín Pérez Azaústre en su libro sobre los hermanos Machado que el tuteo llegó con los falangistas. Úrsula, ¿qué estás haciendo?

A Planas lo entrevistó Carlos Alsina en las mañanas de Onda Cero. Unos días antes fue entrevistado en la misma emisora por Julia Otero en su programa vespertino. No sé quién era el ministro de Agricultura cuando César Lumbreras creó el programa Agro-Popular, el decano de los espacios radiofónicos dedicados al campo español en la Cope. El educado y cortés Luis Planas nunca ha tenido a bien ser entrevistado por el periodista más docto en ese mundo abigarrado de las granjas, los huertos, las dehesas y los mares, ese universo tan rico que aparece en un certamen agrícola de Madame Bovary de Flaubert.

Alsina le preguntó por las cuatro consejerías de Agricultura que tiene Vox en otros tantos gobiernos autónomos. Ahí el ministro sí echó mano del catón conceptual de su jefe cuando habló de “la extrema derecha y la derecha extrema”. Le faltó el canto de un duro para hablar de la fachosfera. Cuando se salen de sus competencias, se les notan las apetencias. Cualquier ministro de Agricultura, sea de derechas o de izquierdas, de extrema izquierda o de izquierda extrema, es intercambiable. A mí todos me suenan a Tomás Allende y García-Baxter, el último ministro de Franco, cuyos apellidos aparecían en los telediarios con la misma solemnidad con la que las cámaras enfocaban a Pedro Sánchez y sus ministros en la gala de los Goya, con el gremio tan sensible con Palestina y con Ucrania, tan indiferentes a la tragedia que les había costado la vida a dos guardias civiles en el puerto de Barbate. Eso por lo visto no es violencia estructural, el mantra de los guionistas de la gala. Por eso no aguantamos más de diez minutos. El Goya de José Coronado y poco más. A la primera soflama panfletaria de Alba Flores, casi nada, Simone de Beauvoir, cambiamos y nos pusimos a ver Resacón en Las Vegas.

Sigourney Weaver me trasladó a ese año 92 buscándola por el Alcázar cuando interpretó a Isabel la Católica en el Colón de Ridley Scott. Mi Goya particular siempre irá para Cristóbal Colón… de oficio descubridor, de Mariano Ozores. Rodrigo de Triana fue el pionero de los ministerios de Agricultura: ¡Tierra a la vista! Con Pajares sin Esteso.

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