Carlos / Colón

Sánchez el Breve y sus energúmenos

La ciudad y los días

02 de octubre 2016 - 01:00

EN 2016, la era de las ideologías excluyentes lleva tanto tiempo muerta que apesta. Se comprende que haya quienes sigan apegados a ellas por su incapacidad -por interés o cortedad intelectual- para pasar de las ideologías a las ideas, de los restos de los sistemas doctrinarios propios del terrible siglo XX al racionalismo crítico que permite pensar por sí mismo, criticar y disentir. El sistema de las ideologías excluyentes era más cómodo por más simple. Sustituyó en versión laica al antiguo "fuera de la Iglesia no hay salvación" por "prefiero equivocarme con el partido que acertar fuera de él", ambos a su vez tomados de la antigüedad clásica: "Prefiero equivocarme con Platón que tener razón con estos", dijo Cicerón refiriéndose a los pitagóricos. El paso de las ideologías rígidas a las ideas críticas estaría representado por esta opuesta frase aristotélica: "Soy amigo de Platón, pero más de la verdad".

La democracia, por su naturaleza tolerante, no se lleva bien con las ideologías fuertes y excluyentes. Relativiza sus contenidos dogmáticos, margina los partidos radicales gracias al sentido común votante y privilegia el bipartidismo. Así sucede en las dos democracias más antiguas y estables del mundo, la inglesa y la estadounidense, en las que las diferencias entre laboristas y conservadores, o demócratas y republicanos, nunca llegan al frentismo.

El grave error de Zapatero al utilizar la memoria histórica, no solo para reparar agravios, sino como arma política para demonizar a la derecha democrática como heredera del franquismo, lo que evidentemente es falso, fue agravado por las torpezas y escándalos ciertos que facilitaron a Sánchez añadir la corrupción al ADN supuestamente franquista del PP. Desde 2004 se ha ido cavando este abismo entre socialistas (el bien puro progresista heredero de una idealizada II República) y populares (el mal sin mezcla de bien alguno: un gobierno de corruptos posfranquistas que se complacen en generar sufrimiento, enriquecer a los ricos y empobrecer a los pobres robándoles las conquistas del estado del bienestar). Falso, pero tan eficaz como suelen serlo las mentiras simplistas. Ayer los energúmenos llamaban en Ferraz "cerdos", "fascistas", "traidores" o "golpistas" a los críticos. Pero estos ganaron. ¿Se abrirá para el PSOE una nueva era tras Sánchez el Breve? ¿Una era sin manipuladores, mentirosos y energúmenos?

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