En tránsito
Eduardo Jordá
Resurrección
Muchos recordarán que los grandes debates a finales de los años ochenta en la ciudad eran tres: si las obras de la Exposición Universal estarían terminadas para la inauguración, la polémica construcción del AVE al que se despreciaba como El Rapidillo y el divorcio de los sevillanos con la Muestra. Pasó la Expo y empezamos a fijarnos con intensidad en los gorrillas, a los que el alcalde Alejandro (no hacen falta ni los apellidos) quiso combatir con una asociación que regulara las funciones de aparcacoches. ¿Se acuerdan de la asociación PM-40? Eran los conocidos como vovis, que tantas veces soportaron las amenazas de los gorrillas. La botellona, que comenzó en Sevilla en las noches de la Expo como alternativa a los altos precios de las bebidas, continuó después en calles y plazas: Los Remedios, la Gavidia, San Lorenzo, San Pedro... Los periódicos de aquellos años daban cuenta de una ciudad preocupada por polémicas que hoy suenan a música celestial. Acabamos aceptando el modelo turístico de la Catedral. ¿Qué haríamos con tantos hoteles construidos durante la Expo una vez que se fueron los visitantes? Algunos se convirtieron en residencias universitarias. Nadie se imaginaba entonces que superaríamos los tres millones de turistas una vez pasada una pandemia. El turismo se limitaba a las fiestas mayores y el otoño. Nuestra Navidad era casi familiar, sin bullas en las calles hasta 2012 que estrenamos el espectáculo audiovisual. De pronto se nos quedaron chicas las infraestructuras que recibimos en el 92 porque la ciudad creció hasta el punto de que entramos en el siglo XXI usando los conceptos de Gran Sevilla y área metropolitana.
El traje se nos quedó pequeño. Las Administraciones nos aplican siempre los servicios mínimos a la hora de confeccionar sus respectivos presupuestos. Nos hemos convertido en un gran salón de celebraciones. O, al menos, se trata de las actividades que generan más ruido. Tenemos un rascacielos, unas Setas y una Palmera que era preciosa y está hecha unos zorros. No sabemos trazar planes a medio plazo para mantener el turismo y evitar sus efectos depredadores. Sufrimos varios de los barrios más pobres de España, nos agarramos al tirón de grandes hitos deportivos y de otros espectáculos. No tenemos modelo de desarrollo alternativo al sector turístico por mucho que pregonemos lo de la capitalidad de la industria aeronáutica. La Feria acabó el sábado. Hoy es miércoles y nos quedan por delante varios días de matraca. ¿Ningún baranda calcula el impacto negativo que tiene para la ciudad la proyección de una imagen tan frívola? Somos la capital de las fiestas mayores. Sevilla tropieza dos veces con la misma fiesta con la dichosa consulta. A este paso la Feria dura todo el año, como una que yo me sé. Hay ya hasta pregón y una asociación de titulares de casetas.
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