Julián Aguilar García

Valle de los caídos

04 de septiembre 2020 - 02:32

Lo confieso. El título del artículo es un cebo para imantar su mirada desde estas líneas, como cuando en mi Colegio Mayor ponían un cartel de "sexo", atrayéndonos a los dos centenares de jóvenes buitres, para luego publicitar la venta de libros. No hablaré de Franco sino de la buscada desaparición de los colegios concertados.

Si uno pasea por Sevilla no tiene que andar mucho (en esta época del año, los árboles talados y las plazas endurecidas disuaden de largos paseos) para pasar frente a varios de estos colegios. En Sevilla capital hay algo más de ochenta centros concertados, desde, por orden alfabético, Altair o el Ángela Guerrero de las hermanas de la Cruz, hasta el Virgen Milagrosa de Pino Montano. Me pregunto qué se hará de esos edificios cuando esos colegios, y más los que no tengan el respaldo de una institución fuerte detrás, antes o después devengan "caídos". ¿Un nuevo centro cultural multidisciplinar y transversal, una casa del pueblo, un centro de interpretación de la memoria (parcial y tendenciosamente) histórica, pistas deportivas?

Acaso esté incurriendo en política ficción un punto dramática. Pero no encuentro razones para ver las cosas de forma distinta a medio plazo. No olvidemos que los niños no son de los padres, Celaá dixit, y que nuestro Gobierno socialcomunista, de manera perfectamente coherente con las ideas que nunca ha negado, entiende que debe ser él, y no los padres o quienes éstos decidan, quien dirija el pensamiento de nuestros hijos. Ergo la educación concertada debe ir sufriendo recortes, limitaciones, exigencias y asfixias..., y la privada otro tanto, en cuanto encuentren el modo de legislarlo sin que llame mucho la atención (aunque, ahora que lo pienso, la privada tal vez se salve gracias a tantos políticos de izquierdas que tienen a sus hijos o nietos en sus aulas).

No se hará a cara descubierta, sino introduciendo obligaciones generales para los colegios (o, al menos, aquellos que tengan financiación pública, incluyendo los llamados públicos y los concertados, que también son, en ese sentido al menos, públicos). No podrán cumplirlas (tampoco los públicos, pero con éstos habrá más permisividad y/o dinero, argumentando que es exigencia del derecho a la educación pública de todo niño) y serán sometidos a presión hasta su cierre. O se irán retirando conciertos al impedir la elección de los padres, de manera que donde haya una plaza en colegio público, los niños deban ir a éste y no al concertado de su preferencia. Como de facto ya está congelado el número de centros concertados mermando la libertad de los padres para que no suba su número a costa del de los centros públicos. Cuando lo democrático y progresista sería que se financiase incluso a los actuales privados, donde van niños cuyos padres, oh sorpresa, también pagan impuestos. Y que la gente elija en libertad.

Ojalá me equivoque, pero presumo que en unos años va a haber muchos centros de interpretación de la memoria histórica en Sevilla…

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