Cuchillo sin filo

Francisco Correal

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Dos Vírgenes en la calle Alfaqueque

Está claro que si aquella mujer no llega a decir que Sí, no hay Salvación

Las calles pequeñas se hacen grandes en Semana Santa. Calles como Espíritu Santo, donde tenía su estudio de baile Enrique el Cojo, con acceso por la trasera de Dueñas para darle clase a su alumna Cayetana de Alba. En estos días de Pasión pasa más gente por esta calle que en el resto del año. Y algunos descubren los lugares donde nacieron Antonio Machado o Fernando Villalón y la casa en la que residió de estudiante Juan Ramón Jiménez.

Algo parecido ocurre con la calle Alfaqueque. En un concurso de nombres de calles, ganaría el primer premio. En el libro de Antonio Domínguez Ortiz Tres milenios de historia, su testamento intelectual, se dice de alfaqueque que era un oficio de fronteras, "eran personas que servían de intermediarios, procuraban informaciones y gestionaban rescates".

En la calle Alfaqueque, por la que habitualmente no pasa casi nadie, no cabía un alma en estos días que son frontera del tiempo. Un extranjero o con pinta de serlo se acomodó con su pareja en el único hueco libre. Sacó de la mochila unos gemelos como los que se utilizan en el hipódromo para ver la llegada de los caballos. Y quiso compartir su asombro. En una calle tan pequeña confluía la visión de dos Vírgenes: salía de la iglesia de San Vicente la titular de las Penas de San Vicente, María Santísima de los Dolores, y se veía a lo lejos el palio de la titular de la hermandad de Vera Cruz, María Santísima de las Tristezas.

El palio de la Vera Cruz había dejado la calle de Jesús de la Vera-Cruz, la iglesia donde en una ocasión la BBC filmó una boda sevillana con guión de Ian Gibson. Es asombroso que en un mismo día, el Lunes Santo, coincidan en las calles de la ciudad una cofradía como la Veracruz que cumple 575 años de historia con otra, Santa Marta, patrona de los hosteleros, que celebra sus 75 años de historia. Una nació en 1548, un año después de que muriera Hernán Cortés y naciera Cervantes; la otra es de 1948, un año después de la cogida mortal de Manolete y la visita de Evita Perón a España. Pocos acontecimientos hay en esta vida donde coincidan dos entidades separadas por quinientos años. Como si Colón participara con Pellón en la clausura de la Expo. O Carlos V presidiera unos fastos en el Alcázar acompañado de Felipe VI.

Dos Vírgenes en la calle Alfaqueque. Si Pilatos se deja convencer por Claudia Prócula no hay semana Santa. Pero si María, la hija de Joaquín y Ana, no dice que sí, no existe la Salvación. Hágase en mí según tu palabra. La frase que lo cambió todo, que redime tristezas, penas y dolores, como bien sabe el doctor Fernando de la Portilla, que salió de nazareno con la Veracruz. La hermandad que suena a galeón de Manila y película de Sara Montiel. Los gemelos del cofrade fortuito, del nuevo viajero romántico, no tenían en su campo de visión dos gemelas. Cada Virgen encierra su historia, aunque sean madres del mismo hijo. Dos palios en la frontera. Una mujer cambió el curso de la Historia. Y todavía dicen que tiene poca presencia en la Iglesia, que por encima de todas las cosas es Madre. Olía a incienso, sonaban las campanas. Al extranjero no le hacía falta ningún diccionario.

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