Tomás García Rodríguez

Doctor en Biología

La abandonada Venta de los Gatos

La Venta de los Gatos sigue abandonada por todos a su propia suerte, expuesta al vandalismo

Gustavo Adolfo Bécquer realiza siendo niño unos frustrados estudios de náutica en el Colegio de la Universidad de Mareantes de San Telmo a orillas del Guadalquivir, el cual le infundirá con el discurrir constante de sus aguas la percepción del inexorable paso del tiempo, el flujo de la vida y los sueños hacia el océano de la eternidad. Se adentra adolescente en caminos extramuros que despiertan en él una concepción artística de la naturaleza como esencia viva de su ser. En esas ensoñadoras alamedas, concibiendo devaneos amorosos junto al Patín de las Damas, conoce los ventorrillos existentes en el llamado entonces sendero de San Lázaro, poblado por huertas y olivares.

"En Sevilla, y en mitad del camino que conduce al convento de San Jerónimo desde la puerta de la Macarena, hay, entre otros ventorrillos célebres, uno que, por el lugar en que está colocado y las circunstancias que en él concurren, puede decirse que era, si ya no lo es, el más neto y característico de todos los ventorrillos andaluces". Así comienza La Venta de los Gatos, una de sus Leyendas más personales sobre un mesón rústico con tejados plagados de hierbas que despliegan sus dorados reflejos ávidos de sol, coloreando la incipiente primavera e iluminando los días de alegrías y esperanzas frustradas vividos plenamente con bailes, cantes y chanzas. El incipiente poeta se traslada a Madrid en 1854, escribiendo allí esta mágica obra literaria publicada en 1862 por el periódico El Contemporáneo en dos entregas. Refleja el contraste entre la alegre Sevilla antigua dejada atrás y los cambios sufridos durante su ausencia que modificaron la faz de la ciudad, incluida la consolidación del nuevo cementerio en el barrio de San Jerónimo. Tras su marcha, sólo se contempla la posible presencia de Bécquer en su villa natal en el verano de 1863 o en la primavera de 1864, lo cual indica que esa modernización galopante no la observa realmente antes de la publicación del relato, adornándolo con una desbordante imaginación anclada en impresiones de su hermano Valeriano, residente en ella muchos años.

"Cuando el azar me condujo de nuevo a la gran ciudad que con tanta razón es llamada reina de Andalucía, una de las cosas que más llamaron mi atención fue el notable cambio verificado durante mi ausencia... Por último, llegué al ventorrillo... Desde luego puedo asegurar que estaba mucho más ruinoso, abandonado y triste. La sombra del cementerio, que se alzaba en el fondo, parecía extenderse hacia él, envolviéndolo en una oscura proyección como en un sudario". La Venta de los Gatos sigue abandonada por todos a su propia suerte, expuesta al vandalismo inconsciente de una sociedad trivial que no valora la excelencia de lo que posee y debe conservar para futuras generaciones. Sin la leyenda del sublime trovador romántico, que descansa en la Gloria de la Letras en el Panteón de Sevillanos Ilustres, ni las sombrías paredes que nos muestra el decrépito mesón habrían llegado hasta nosotros.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios