DOS años después ha podido comprobarse que otro Betis sí que era posible. Se cumplieron ayer los dos años de aquella magna manifestación y, aunque con un año de retraso sobre lo ideal, puede comprobarse que ya el Betis es otra cosa. Aun considerando lo trágico de un panorama económico desastroso, la presencia de profesionales en un club que si adolecía de alguna carencia era de personal capacitado para patronearlo da pie a que se pueda confiar en el futuro y a que se confirme de manera definitiva que aquel eslogan del 15-J no estaba basado en la utopía ni en un simple ideario de buenas intenciones.

Por lo pronto, el equipo del por siempre Real Betis Balompié está en Primera División y dispuesto a competir con todos los que componen la nómina principal del fútbol español. Aunque ya el recién llegado entrenador de su vecino se haya dado prisas en descalificarlo, quizá prematuramente, sí está claro que donde no podía el Betis competir con él era estando donde lo dejaron y estaba aquella venturosa tarde en que sesenta mil béticos se echaron a la calle para decir basta. Han pasado dos años y en el balance vemos más aspectos positivos que negativos. Quizá lo negativo fuese el año de retraso para el retorno y en los meses de ocupación indebida, quizá sólo eso.

Por lo demás, todo bueno para el Betis aun cuando se deba remarcar que continúa siendo manifiestamente mejorable. La reordenación del club ha sido evidente por mucho que haya que lamentar decisiones quizá demasiado cruentas y de complicada explicación en algún caso. Dos años después de aquel lunes de junio sólo queda desear que los que manejan la barca no desmayen y que el rumbo elegido siga por coordenadas correctas. Con esas premisas más el añadido de conformar un equipo capacitado para competir con los que siempre compitió, miel sobre hojuelas y nunca le estará el bético tan agradecido a aquel 15 de junio de 2009 tan venturoso.