NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Que un periodista de profesionalidad demostrada por una larga carrera haga preguntas fundamentadas, pero poco apropiadas para reforzar el “relato” gubernamental, irrita al Gobierno y sobre todo a su presidente. No se trata de uno de esos “pseudoperiodistas” que, según el PSOE, actúan como “activistas” y “amplifican y difunden discursos de “odio”, por lo que pidieron que se les negara las acreditaciones para trabajar en las Cámaras, sino de David Alandete, corresponsal en Washington de ABC y COPE, cuya “falta” ha sido preguntar a Trump dos veces –solo dos– sobre España y la OTAN.
La primera acometida fue de Margarita Robles: “Le pregunta siempre qué piensa de la posición de España. Pregunta que lleva implícita una respuesta también. De todo lo que tiene que hacer el presidente Trump, la prensa española siempre le pregunta lo mismo”. La segunda, en su estilo, de Puente. Primero en las redes: “Otro patriota del ABC con acreditación para preguntar en la Casa Blanca, que la utiliza para preguntarle todos los días a Trump por los supuestos incumplimientos de España con la OTAN. Quieren tanto a su país…”. Después en RTVE: “Este señor, como muchos otros bajo la apariencia de periodistas, son terminales políticas de determinados intereses. Este señor se va a la Casa Blanca y todos los días hace la misma pregunta porque parece que lo que tiene es interés en que el señor Trump tome represalias con relación a España”. Mienten. Pero da igual.
Antes de su actual etapa, Alandete fue una de las firmas fuertes de El País como director adjunto y corresponsal en Washington y Oriente Próximo. En su libro Fake News: la nueva arma de destrucción masiva (Deusto Ediciones, 2019) cuenta que, en 2018, estando en El País, le llamó Mario Calabresi, director de La Repubblica, advirtiéndole de unas declaraciones insultantes de Assange. “No era la primera ocasión –escribe– en que me atacaba. Sólo unos meses antes me había acusado ante sus más de 750.000 seguidores en Twitter de ser “el propagandista en jefe” del Estado español, calificándome de demente e inventor de toda una serie de teorías de la conspiración”. Ahora aquel “propagandista” es un vendepatria porque, como corresponde a un corresponsal español, le preguntó dos veces a Trump sobre sus relaciones con España.
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