el periscopio

León / Lasa

El dinero del fútbol

El fútbol como deporte sigue siendo apasionante, pero como negocio presenta cada vez más flancos vulnerables

QUIENES me conocen saben que suelo decir que de lo único que me atrevo a aseverar que sé algo es de fútbol. Poco de derecho o de economía, a pesar de los diplomas; y no digamos de otras materas más científicas. Nací, casi literalmente, con un balón bajo el brazo. Y mientras otros niños de mi edad asistían a un jardín de infancia, a mí me soltaba mi padre en el pasto del Villamarín mientras él se ejercitaba con Del Sol, Rogelio y Quino. Eran otros tiempos. El fútbol como deporte sigue siendo, a pesar de todo, apasionante; como espectáculo de masas tiene hoy día pocos competidores; pero como negocio presenta -para el común de los equipos, no para los dos grandes monstruos- cada vez más flancos vulnerables. Entidades históricas como el Salamanca, el Burgos, el Logroñés, han desaparecido o languidecen en categorías inferiores; otras muchas pasan verdaderos apuros para cuadrar cuentas y mantener la categoría; algún club admirable como mi querido Athletic sigue apegado a y defendiendo su tradición (sólo jugadores nacidos o criados en la zona); los grandes -como en todos los aspectos de la vida- continúan acumulando poder y riqueza y haciendo bueno -también en el ámbito pelotero- el efecto Piketty: la desigualdad no hace sino crecer entre unos y otros: el presupuesto de algunos equipos de primera es casi igual a lo que cobran algunos fenómenos de la pelota.

Esta semana que termina, dos interesantes artículos han aparecido en distintos medios acerca del dinero y el fútbol. Uno, en el semanario The Economist (Economic incentives in football: try your worst), en un tono lleno de ironía, se hace eco de determinados ejemplos -los hay- en los que es más rentable no ganar un partido que hacerlo (por ejemplo aquellas eliminatorias de la FA Cup en las que en caso de empate en el partido único que se juega en el campo del equipo más débil, el desempate se escenifica en el estadio del, por ejemplo, Manchester United y las consecuencias financieras de entradas y derechos de televisión). Otro, en el blog de Manuel Conthe en el diario Expansión (La economía del fútbol profesional) trata de ponernos al día del estado actual y futuro de las cuentas de nuestra Liga. Un resumen algo apresurado del mismo -aconsejo su lectura a aficionados y tertulianos de la cosa pelotera- nos llevaría a concluir que: primero, los clubes españoles, muchos de ellos, soportan una deuda casi insostenible; segundo, que ello no es sólo fruto de la incompetencia de muchos de sus dirigentes, sino del miedo al abismo que supone un descenso de categoría o no conseguir el ascenso en otros casos; y tercero, que el reparto de los derechos televisivos (el mayor pastel para la mayoría de ellos) es tan desigual que verdaderamente en la práctica se adultera la competición. A ver quién es capaz de arreglarlo.

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