SEVILLA ha batido en febrero su récord histórico de desempleo desde que en 1996 existen las estadísticas comparadas, ya que el paro en la provincia afecta a 180.719 personas. Así pues, en el último año 54.117 sevillanos han engrosado las listas del Instituto Nacional de Empleo, a razón de 148 más cada día. Para hacernos una idea de lo que significan estos datos, equivalen a que todos los habitantes de Dos Hermanas y de Alcalá de Guadaíra, los dos municipios más importantes de la provincia, estuvieran en la cola del paro. La frialdad de las cifras esconde dramas aún mayores, pues hay más de 37.000 parados que no perciben ningún tipo de prestación ni subsidio, mientras que los que cobran alguna ayuda perciben una media de 800 euros mensuales, con los que atender desde los gastos familiares hasta el pago de la hipoteca. La crisis está golpeando con especial saña a la construcción, pero no hay ningún otro sector que ejerza de colchón amortiguador, ya que el desempleo oscila en torno al 40% en todos, dígito arriba, dígito abajo. La realidad empeorará probablemente en los próximos meses, tal como ya asume el Gobierno al dar por hecho que la estadística reflejará los 4 millones de parados en todo el país (el Servicio de Estudios del BBVA teme que lleguemos a los 4,5 millones), y está por ver el efecto que tendrán los planes anticrisis del Ejecutivo central y de la Junta de Andalucía y cuándo se dejarán notar. A la espera de que cambie el ciclo o que al menos se detenga el trepidante ritmo de destrucción de empleo actual (250 parados más cada día sólo en febrero), lo más urgente es contribuir a paliar la situación de esos miles de parados que carecen de cobertura alguna. Por eso es fundamental la labor que desarrollan numerosas organizaciones cívicas y otras ligadas a confesiones religiosas al distribuir ayudas de todo tipo, así como el papel de las familias en el apoyo a los miembros que estén en peor situación. Este entramado, propio de sociedades muy estructuradas y cohesionadas, y los auxilios intergeneracionales son los factores que complementan la labor de las administraciones públicas y contribuyen a paliar la situación que sufren numerosos sevillanos. A falta de recetas mágicas contra la crisis económica, nos queda el recurso más humano posible: la solidaridad.

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