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Tomás García Rodríguez

Las escobas

Hoy enarbolo orgullosa mi reciente título nacional de Decana de la Hostelería Española

02 de febrero 2019 - 02:32

Desde hace más de seis siglos me conocen con el nombre de Las Escobas, siendo primero espartería para venta de escobas, después taberna con despacho al por menor de vinos y hoy en día bar restaurante. Algunas crónicas y viejas leyendas cuentan que vi la luz en 1386, permaneciendo siempre en la antigua calle de Las Escobas, hoy Álvarez Quintero, a un tiro de piedra de las gradas de la Catedral y cerca de la antigua Plaza Mayor de San Francisco, de la Casa de Contratación de Indias, de la Casa Lonja de Mercaderes, del Guadalquivir y de las Atarazanas Reales. Mi barrio ha sido desde tiempo inmemorial un enclave de paso y comercios de toda índole, y me cuentan que era zoco en época islámica por su cercanía a la Mezquita Aljama almohade, a la cual observé convertirse en catedral cristiana un tiempo después de la reconquista de la ciudad por Fernando III. Las tiendas de judíos cambiadores y las gradas exteriores del recinto catedralicio continuaron la antigua tradición de compraventa y trueques del lugar, manteniendo un bullicio constante con gentes de todo tipo: ricos mercaderes españoles y extranjeros, aventureros e individuos de baja estopa que mercadeaban con productos que enviaban o arribaban del Nuevo Mundo, incluso con trata y venta de esclavos. Por todo este trajín, me han visitado año tras año personas de cualquier sitio, estirpe y ralea para finalizar un trato con un buen chato de vino o para aderezar cualquier acontecimiento.

En mi larga travesía he tenido distintos capitanes, estando en principio a las órdenes de Federico el Cojo y sucesores cerca de quinientos años. Los Linares, anticuarios y patronos a comienzos de la década de 1960, me restauraron y enriquecieron con nobles materiales, aunque sufrí la pérdida dolorosa de dos bellas columnas que poseía en la entrada actual y, por avatares de la vida, quedé varada a la espera de otros vientos favorables, que llegaron en 1977 cuando fui reflotada por Víctor Soriano y familia, que me gobiernan con cariño desde entonces. Hoy enarbolo orgullosa mi reciente título nacional de Decana de la Hostelería Española..., la primera.

A pesar de que sigo recibiendo muchos viajeros, recuerdo con nostalgia mis tiempos gloriosos durante los siglos XVI y XVII que me permitieron escuchar relatos, andanzas y poemas de grandes escritores: Cervantes, Lope de Rueda, Mateo Alemán, Lope de Vega... y otros que ya olvidé. En el XIX y el XX acudieron con asiduidad personajes de prestancia como Alejandro Dumas, Lord Byron, Bacarisas, los Álvarez Quintero o Fernando de los Ríos y Guzmán, el cual me amaba tanto que me compuso un romance, y con sus primeros versos al aire me retiro a mis aposentos: "¡Eres decana en Sevilla, Taberna de Las Escobas, pues ya cerca de seis siglos, con sus nieves te corona...!".

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