La casi gripe

La lotería de la Navidad no sé, pero la gripe y los virus han estado muy repartidos estas fiestas

No estoy malo, pero casi. Cuando mi mujer me lea dirá que ése es mi estado habitual, aunque estoy más casi que de costumbre. Escribo con la gripe en los talones. Me ha estado rodeando todas las navidades y ayer fuimos con la familia a tomar una tapa. Un sobrino (político) tosía mucho. Lo hacía mirando para atrás, muy educadito; pero vi la cara de horror de los de la mesa de atrás y le dije que tosiera sin miedo hacia mí. Fue un acto heroico, y ahora, claro, estoy casi malo. Mi sobrino (político) además de inocente es muy obediente.

Lo malo de estar malo es que si al final lo estuviera no podría escribir este artículo. A pesar de mi delicada salud, llevo en casa Joly 20 años seguidos y no he fallado ni un día. Sería una pena no conseguir escribir ahora, así que corro. La gripe me persigue, pero a ver si tecleo más rápido.

Estas navidades muchísima gente ha estado mala. Yo lo considero impresionante por dos razones. Me extrañaba ver a tanta gente con una pinta previa tan saludable cayendo unos tras otros en una gripe o en otra o en algunos virus y yo, a pesar de todo, más fresco que una lechuga. La segunda extrañeza es que no sé si la gente se pone más enferma en vacaciones o si, cuando caen en vacaciones, se quejan el doble por su mala suerte doble.

Lo bueno de estar casi malo es que no tengo que escribir el artículo de rigor sobre el juanillo de Pedro Sánchez que han apaleado en Ferraz. Lo del juanillo o similares es una viejísima tradición popular. Es España se han apaleado, quemado, colgado de los pies o tirado al río muñecos de Juan Carlos I, Aznar, Díaz Ayuso y Santiago Abascal. Como a estos también los terroristas los querían matar, lo de los muñecos lo daban por peccataminuta. Ahora es distinto.

No puedo hablar de los muñecos porque pienso que cuando la gripe me alcance –está en un tris– me apaleará como a un muñeco. Hace diez años tuve una gripe de verdad y fue una paliza brutal. Todavía me acuerdo. Antes de que la fiebre tome el control de mis facultades, quiero mandar un abrazo solidario a los que ya están enfermos. Yo me pongo en sus zapatos, y tiemblo. Y encima en vacaciones. Pero tranquilos –o no– que cuando pasen los reyes se encontrarán como ídem.

Hace cuatro días, para el año nuevo, yo podía haber deseado salud, sobre todo, pero fui un inconsciente y me puse a desear otras cosas y ahora me arrepiento. La salud es lo que más se valora cuando casi no se tiene.

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