La aldaba
Carlos Navarro Antolín
El gazpacho que sufrimos en Sevilla
Sevilla/En Sevilla sale rentable comprarse una guayabera porque su período de uso cada vez es más extenso. Será por el cambio climático o lo que sea, pero se pone usted la camisa cubana en las vísperas de San Fernando (Acedo, abogado) y la suelta en las de San Carlos (cardenal Amigo). La cubana se ha democratizado, que diría el cursi de guardia en la tertulia de rigor. Antaño fue una prenda reservada a jubilados en general o a personajes específicos en particular, como el tío asalariado que portaba el guión sacramental en las procesiones de Corpus de los años 80. Después se comenzó a usar por mandatarios iberoamericanos en aquellas primeras cumbres. Pero su uso popularizado ha tardado en llegar. Bien es verdad que ahora las hay de muchos materiales y colores. Y en aquellos tiempos sólo se veían la blanca, la de tono crudo y acaso la celeste. Poco más. Ahora tiene usted guayaberas de todas las tonalidades, incluso hechas a medida con las iniciales como las del señor Moeckel.
Hay guayaberas con más o menos botones, con cuellos de diversas formas y, por supuesto, de muy diferentes calidades. Con las calores que sufrimos en Sevilla estos días de octubre, es un placer lucir la cubana, con todos sus bolsillos que permiten llevar ordenadas las llaves, el mando de la cochera, el teléfono y otros cachivaches. El rey lució la guayabera cuando visitó el pasado año las barriadas más pobres de Sevilla. Entonces fue Su Majestad y ahora lo hará el Señor, que en Sevilla no hay más Señor que uno. Don Felipe llegó al Alcázar con camisa cubana. Allí ya se cambió y se puso la chaqueta para hablar con los representantes del empresariado, Antonio Pulido feliz entre ellos. Ahora están las guayaberas de oferta, algunas de ellas hasta a diez euros menos en los selectos escaparates del centro. Dan ganas de aumentar la colección si Lorenzo sigue apretando como aprieta.
Las puede usted llevar anchas, muy anchas, como le gustan a Pepote: “Esta prenda no es para llevarla ajustadita, padre”. O con las mangas recogidas, como las luce Benito Mateos-Nevado, el muy activo presidente del Real Círculo de Labradores. Las hay hasta en tonos rosas, como le gustan al consejero que más manda de la Junta. ¿Que no sabe usted quién es? Hágaselo mirar. ¿Y qué me dicen de las cubanas para mujeres? Mariló Montero tiene una. La guayabera, ademas, hace tiempo que dejó de ser una prenda para señores orondos con pretensión de disimular la barriga. Si elige la de lino, por cierto, ya sabe que irá más arrugado que esos tertulianos que dicen “estoy de acuerdo con lo que acaba de decir mi compañero”. Póngase su guayabera y luzca como un auténtico rey... del otoño.
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