La ciudad y los días
Carlos Colón
Montero, Sánchez y el “vecino” Ábalos
El empleador, un tanto ingenuo, todo sea dicho, se quedó perplejo cuando estaba cerrado el acuerdo, aludió a la firma del contrato y la trabajadora reaccionó: “No, pero de alta no me puede dar porque pierdo la otra ayuda que tengo asegurada varios meses. Yo vengo y le trabajo, pero sin papeles”. Esta situación se repite con frecuencia. Demasiada. Doctores tiene la Economía. La compañera María Jesús Pereira informó recientemente de los problemas de una gran empresa para encontrar trabajadores. El párrafo que reproducimos resultó tan clarividente como demoledor: “La cadena Q Hotels, propiedad del grupo empresarial sevillano fundado por Luis Chabrera, está encontrando dificultades para cubrir las vacantes en sus establecimientos hoteleros de cara al próximo verano. ‘Buscamos recepcionistas, camareras de piso, camareros de sala, cocineros, personal de mantenimiento y socorristas, entre otros perfiles’, precisa este empresario. Sus declaraciones contrastan con la realidad que arrojaron los datos del mercado laboral en abril en Andalucía: en la región hay 424.843 desempleados en el sector servicios en la región, 105.359 en Sevilla, 83.02 en Málaga y 81.514 en Cádiz”.
¿Qué está ocurriendo? Unos dicen que no compensa trabajar, sino apurar las ayudas públicas con encargos aislados que, por supuesto, se hacen en negro. Otros que hay empresas que dan de alta a los trabajadores, pero no por todas las horas que realmente trabajan. Y así no interesa. Incluso se reiteran quienes aseguran que las pensiones de nuestros mayores y la economía sumergida sostienen a muchas personas que mientras no se vean en el precipicio no se tiran a un ruedo laboral que, efectivamente, está cargado de aristas. El caso es que hay empresas de indudable prestigio y solvencia, caso del citado grupo hotelero, que ofrece trabajo y no encuentra mano de obra. El telediario informa, por cierto, de la falta de carniceros. Y ni hablamos de los fontaneros, los de verdad que nos sacan de tantas apuros, no los que en realidad son personajes de alcantarilla. Algo ocurre cuando vivimos en buena medida del sector servicios, del turismo y del ocio, pero no hay mano de obra para una de nuestras principales industrias. La matraca a la que nos hemos acostumbrado es que los sueldos son bajos, no hay opciones de encontrar una vivienda en condiciones, hay pobres con empleo, etcétera. Pero nos dicen que la economía va bien, los datos del paro han mejorado, los restaurantes tienen cola, los viajes se multiplican por efecto de las líneas de bajo coste... La paz social impera. Alguien está pagando el precio. Ninguna paz es gratis. El toro astifino del pago de las pensiones aguarda en el chiquero.
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