La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Asunción es la aldea de los galos contra el turismo invasor
Sólo cuando han conseguido derribar al secretario general han cumplido de verdad el objetivo. La vida es aguantar y que alguien te ayude, dijo Rajoy. Y a Pablo Casado lo dejaron ayer sin pedestal. Teodoro García Egea tiene mucha capacidad de aguante y encaja mejor las presiones que Casado, quizás por eso Pablo buscó siempre su complemento perfecto en el murciano. ¿Cuál ha sido el riesgo de Casado? Depositar en la misma cesta de Teodoro todos los huevos del partido, dicho sea en todos los sentidos. Casado no puede sobrevivir sin Teodoro porque no tiene la Moncloa, sólo ha gozado de una cuota (débil) de poder orgánico hasta la pasada semana.
Miremos, por ejemplo, el asunto en clave andaluza. El presidente Moreno fue hábil al repartir los huevos en distintas cestas. Mucha gente en Andalucía cree que mi dilectísimo Bendodo tiene una gran cuota de poder. “Bueno, bueno...”, como suele decir don Juan José Asenjo. Algo hay de verdad en ciertos asuntos. Fíjense cómo Moreno metió en el equipo de Presidencia a Antonio Sanz, denominación de origen Arenas cien por cien, o a Tomás Burgos, procedente del solvente equipo de Fátima Báñez, para poner algunos huevos en otras cestas. ¿Mandas Elías? Sí, pero tiene dos fijadores colocados, que se diría en lenguaje costaleril hispalense.
El incauto Casado, ay, lo puso todo en la cesta de García Egea desde el primer minuto. El bueno de Pablo mandó a freír espárragos a todo aquel que venía a afearle asuntos de su secretario general. Le honra su concepto de la lealtad, pero eso en política tiene la misma utilidad (efímera) que un salivazo sobre una camisa arrugada en la tabla de planchar. Y cuando –españoles– ha llegado la hora de rendir la vida política ante el aparato no sólo se ha quedado sin asideros, sino que asistimos a la recreación de una suerte de entierro toledano del conde Casado. Estos días nos ofrecen en directo la representación más precisa de la política más bajuna.
El comunicado del grupo parlamentario del PP ha sido el rejonazo de muerte para Casado, que hasta ayer por la mañana tenía trazado un plan de resistencia. Que en ese texto esté la firma de Suárez Illana ha tenido que ser demoledor para Casado. También aparece la rúbrica de su primer jefe de gabinete. Joder, qué tropa. Uno se espera en estos momentos cualquier cosa de tontucios de provincias en sus particulares ajustes de cuentas, pero no de su supuesta guardia pretoriana. Y los que han dimitido, por cierto, lo han hecho de sus cargos orgánicos, pero no de los puestos remunerados. ¡Y pensar que este Suárez quería ser titular del ducado de su padre, el hombre que se quedó en su sitio al irrumpir los golpistas en el congreso!
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