Por San Vicente, maletas con ruedas y una de las Vírgenes del Rosario que aquí se veneran callejeando por el barrio en una tarde los Santos para el recuerdo. En la ruta Triana-Sevilla, una multitud que la colmaba acompañando a la Esperanza de calle Pureza. Una explosión de vida en el corazón de una ciudad que levita cuando los pasos salen a la calle, que parecía imposible que tanta gente cupiese desde el puente a San Pablo y que toda Rioja, desde la Magdalena hasta la Cope, se llenase para ver a la Virgen morena y guapa, muy guapa. Temperatura confort, las calles repletas de gente y de respeto, sin nada que ver con esa lacra que es la zafiedad que se ha enseñoreado de este país al que van destrozando poco a poco. Sevilla en estado puro, pero la Sevilla que el mundo viene a ver y que en este penúltimo puente del año colocó el ya habitual no hay billetes. Hoy, más.