La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

El ministro macarra es impagable

Tendremos que explicarle a muchos jóvenes que hubo señores en la política que sabían polemizar con buen estilo Nos toman por bobos Félix Bolaños está desaprovechado

El ministro Óscar Puente.

El ministro Óscar Puente. / Agencias (Madrid)

El ministro Puente, zascandil donde los haya, difunde un tuit para referirse al novio de Ayuso como el “testaferro con derecho a roce”. Puente es el icono perfecto de la baja política de hoy. El efecto más grave del bajonazo que padece la vida pública española es que nadie con un buen trabajo decide en condiciones normales pasarse a la política. La política de hoy es un verdadero lodazal donde hablar de servicio público suena a música celestial. Está plagada de niñatos, gente sin un sitio al que volver, apasionados hooligans y activistas a sueldo. No es que lleven la camiseta del partido, es que cargan con la bayoneta. Muy atrás se queda eso de llevar el carnet en la boca. El dóberman que se inventó el PSOE de Rubalcaba en las elecciones de 1993 es hoy el ministro de Transportes. Por eso Sánchez le encomendó responderle a Feijóo en la investidura fallida. El presidente se carcajeaba como Lindo Pulgoso porque se salía con la suya: degradar la sesión, despreciar al rival y, por supuesto, servirse de uno de sus más embravecidos corceles. Malos días los que nos han tocado sufrir con un Gobierno debilitado, un coro de repetidores de mentiras para maquillar la realidad al presentar como antisocialistas a los que simplemente denuncian los desmanes del Gobierno y subrayan los abusos que comete el poder para defenderse de los casos de corrupción.

Óscar Puente es un ministro de tómbola, como también los hemos sufrido en la derecha, oiga. Que el bajonazo es transversal. Pero es cierto que este tipo es un sabueso vocacional, encantado de estar siempre dispuesto a morder un hueso y no soltarlo. Hay gente a la que le pirra una pelea, una discusión, una reyerta donde emerge el macarra que algunos llevan dentro. Puente es como el típico amigo al que hay que apartar para que no se meta en problemas. Sánchez no es que baile con lobos, es que se han encomendado a ellos. Son ganancia para hoy y su perdición para el mañana. No hay ideología, sino mal estilo. No hay socialismo, sino macarrismo. No hay gobierno, sino mantenimiento en el machito. Las verdaderas consecuencias de cuanto estamos sufriendo están por ver a medio plazo. Hay miles de jóvenes que consideran normal un nivel tan bajo en tantos dirigentes. Habrá que explicarles que un día hubo señores en la política que sabían polemizar, denunciar, ser ácidos, ironizar y, por supuesto, ser vehementes e incisivos sin necesidad de comportarse como aspirantes al matón del barrio. El ministro Puente es una vergüenza para la política y para los socialistas de buena fe. Carece de gracia y entra a todos los trapos.

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