La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Nos toman por bobos

Sufrimos políticos de baja estofa en todos los ámbitos: los de la playa de sombrillas azules y los que comen fresas como denuncia política Félix Bolaños está desaprovechado Mucho ojo con las listas de las europeas

Isabel Díaz Ayuso.

Isabel Díaz Ayuso. / M. G. (Madrid)

Nuestros políticos trufan sus discursos de referencias a las "líneas rojas" cuando en la política no hay límites. No los ha habido nunca. Por supuesto que se superan, pisan y traspasan las denominadas "líneas rojas". O coloradas. Novios o parejas de políticos. Padres, madres, hermanos, hijos, primos y sobrinos. Todos están condicionados en el momento en que lo son... de un político. No nos engañemos. Pero nadie les da un curso sobre la especialidad. La política es una suerte de sacerdocio que afecta a todo el que tiene parentesco con el protagonista. Es así desde los tiempos clásicos. Todos reaccionan igual cuando sus parientes han sido investigados. "Han traspasado las líneas rojas". Las líneas no existen en realidad. "En la política hay límites", dicen. Tururú. La política es una guerra cotidiana en la que todo vale con tal de derribar al enemigo, que puede estar en las filas propias o en las ajenas. Ayuso se cargó al presidente nacional de su partido porque la puso en jaque. Ahora está en jaque su novio. Que le pregunten a Alfonso Guerra por la historia de su hermano Juan con la que muchos nos hemos criado y que a otros muchos les parecerá un relato vintage

La peor línea roja es la que supone perder el sentido del ridículo. Fiscalizar a Ayuso entra dentro de las reglas del juego democrático. No somos ingenuos. También es cierto que la historia favorece al Gobierno en los días que saca adelante la Ley de Amnistía (piedra angular de la legislatura) y concede un derecho de réplica al PSOE ante el gravísimo caso Koldo. ¡Y tú más! No haría falta hacer el indio para acentuar la importancia de este tipo de casos. ¿Qué pinta un político serio como Juan Espadas comiendo fresas junto al zascandil de Óscar Puente para reírse de una Ayuso en apuros? De acuerdo en que primero fue la presidenta madrileña con aquel "me gusta la fruta" que maquillaba la verdadera expresión que pronunció cuando Sánchez refirió el caso de su hermano en la Cámara Baja. Otro detalle: ¿es de recibo que una ministra portavoz se rebaje a tratar el caso del novio de una presidenta autonómica en la comparecencia de prensa posterior al Consejo de Ministros? Semejantes ridículos no son ya tenidos como tales, pues son la norma. Nos hemos acostumbrados a políticos de muy bajo nivel. No traspasan líneas rojas. Viven y maniobran pisándolas continuamente. Son bajunos. Unos y otros. Son de patio. Son de baja estofa. En la derecha y en la izquierda. El que posa en la playa con las sombrillas azules para denunciar las elecciones en pleno verano y el que publica un tuit en la cuenta del partido con la foto de un sofá, fruta y billetes. Nos toman por bobos. 

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