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Tomás García Rodríguez

El mítico caballero Garci Pérez de Vargas

Sevilla rinde homenaje a su bravo valedor con una estatua en el monumento a Fernando III

22 de mayo 2021 - 01:45

La conquista de refulgentes ciudades andaluzas por las tropas cristianas en el siglo XIII, como fue la de Ishbiliya, segunda capital del califato almohade, proporcionaría gestas imperecederas de caballeros heroicos que alimentan romances, crónicas y canciones, ensanchando los usos de Caballería que glosaran, entre otros, don Juan Manuel y Miguel de Cervantes. Uno de esos legendarios personajes, cuyas acciones se difuminan en nebulosas de historia y mito, es el caballero maestre de San Juan Garci Pérez de Vargas, de una estirpe toledana que puebla tierras de Extremadura, Jaén y Jerez de la Frontera. Fueron tantos los valerosos hechos de armas del simpar guerrero que integraba las huestes de Fernando III en la conquista de Sevilla, que su nombre aparecería en una inscripción colocada en la Puerta de Jerez de la antigua muralla islámica en fecha indeterminada, renovada en los siglos XVI y XVII. Dicha lápida conmemorativa puede contemplarse en la esquina de la plaza homónima con la calle Maese Rodrigo.

"Hércules me edificó,/ Julio César me cercó/ de muros y torres altas,/ y el Rey Santo me ganó/ con Garci Pérez de Vargas...".

Sevilla rinde homenaje a su bravo valedor con una estatua en el monumento a Fernando III que preside la Plaza Nueva, junto a otros héroes de esos célebres tiempos: Ramón Bonifaz, cuyas naves rompen las cadenas entre Sevilla y Triana; el infante Alfonso, futuro rey; don Remondo, primer arzobispo útil tras el desengañado infante Felipe. Tiene calle en la judería hispalense y, aunque muere en las cercanías de Toledo, sería enterrado en la capilla de San Jorge -llamada después de la Granada- del Patio de los Naranjos de la cristianizada mezquita mayor sevillana. Garcilaso de la Vega se encuentra entre sus ilustres descendientes, modelo de caballero y poeta: "tomando ora la espada, ora la pluma...".

Según la leyenda, el maestre de San Juan se abalanza un día en un acto impulsivo contra una de las puertas de la muralla bajo una lluvia de flechas, golpeándola con la espada y exclamando: "De San Juan te has de llamar"; nombre que tomaría el portal hasta su demolición en el siglo decimonónico.

Otra de sus hazañas gloriosas es la narrada en la Estoria de España auspiciada por Alfonso X, cuando atraviesa impasible junto a su escudero -guardando la labor de herberos que segaban forraje para las caballerías reales- un tropel de musulmanes en los llanos de Tablada y vuelve sobre sus pasos para recuperar una cofia perdida que usaba bajo la capellina de la armadura, pues era calvo y la necesitaba. El rey observaría este lance desde un cercano alcor, preguntando a su séquito quién era el audaz señor. Es fama que la cofia había sido labrada por una admirada dama, y tal honor no se podía dejar abandonado por los suelos en los campos de batalla...

"Allí hallara su cofia,/ Vuélvese con ella ledo./ Dixo el rey a don Lorenzo:/ ¡Ay Dios mío, qué buen caballero!"(Romance, recopilado en el siglo XVI por G. Argote de Molina).

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