El movimiento moderno, supongo

19 de abril 2012 - 01:00

EN la ciudad en la que todo ha podido derribarse -palacios, teatros, casas regionalistas, viviendas populares- y en la que hasta hace menos de un año todos los espacios públicos históricos han podido desvirtuarse -San Lorenzo, Puerta de Jerez, Encarnación, Plaza del Pan- se ha desarrollado una curiosa sensibilidad hacia la comisaría de la Gavidia. Uno de tantos postizos erigidos en el corazón de la ciudad durante el franquismo. Como los juzgados del Prado, los grandes almacenes de la Magdalena y del Duque o los bloques de pisos de Imagen.

¿Por qué quienes no rechistaron cuando se derribaron palacios del siglo XVIII, teatros del XIX y casas regionalistas del XX se llevan las manos a la cabeza cuando se trata de la antigua comisaría de la Gavidia? ¿Por qué quienes no han abierto el pico -tal vez porque lo tenían lleno de alpiste o abierto en espera de gusanitos- ante lo hecho en la Alameda o alzado en la Encarnación se ponen tan tiernos con el edificio de la Gavidia? Es que pertenece al movimiento moderno, nada menos. ¡El movimiento moderno! Fue edificada en 1962, seis años antes que el vecino Corte Inglés, como uno de los primeros símbolos de que el progreso y el desarrollo llegaban a Sevilla.

Para construir este simpático edificio se derribó, en una operación brutal, todo lo comprendido entre la plaza del Duque y San Vicente. Cayó víctima de la piqueta el antiguo cuartel de San Hermenegildo o del Duque -colegio jesuita entre los siglos XVI y XVIII, cuartel desde el XIX-, del que Joaquín Romero Murube logró salvar in extremis la iglesia. A él se sumaron las Academias, estallando una insólita polémica en aquellos tiempos de adhesiones inquebrantables. Un artículo de la época la definía como "sin gran valor histórico, pero con cierto barniz artístico". Si esto pensaba de la espléndida iglesia, pueden imaginarse el valor que se daba al cuartel. ¡Piqueta! ¡Al suelo!

El 5 de diciembre de 1957 se subastaron los materiales de derribo del cuartel. El edificio de la comisaría -ese símbolo, icono y monumento del movimiento moderno- se inauguró cinco años más tarde. A un lado se abrió la actual plaza y al otro se alzó el colegio de las Esclavas con una estética rociodurcalesca, marisolera y muñequita de barquitos Loly que Dios y Spinola les hayan perdonado. La cosa siguió con los bloques de pisos de Los Remedios trasplantados al centro de Sevilla de Virgen en los Buenos Libros y la Gavidia. Horrores. Ahora los defensores de la antigua comisaría lloran por el cambio de calificación que la convertirá en una gran superficie comercial. Por mí que la hubieran volado. Pero estaba protegida. El movimiento moderno, supongo.

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