
NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Volverán las plegarias al dios de la lluvia
Sueños esféricos
EN Amazon Prime disfruté hace unos días de un fantástico documental sobre la gestación del célebre libro El cine según Hitchcock. La prolija entrevista de François Truffaut a su admirado colega sirvió para que muchos de los detractores del cineasta británico, que criticaban su vocación comercial y meramente lúdica del séptimo arte, descubrieran el profundo mundo interior del genio. “La lógica aburre”, proclamaba Hitchcock, a quien sus contrarios afeaban la “poca verosimilitud” de muchas de las situaciones de suspense que creaba. Hitch contraatacó desvelando que lo hacía a posta porque la capacidad de deformar la realidad del cine, también el espacio y el tiempo –en sus escenas de suspense lo que pasa en cinco segundos a veces lo rueda en veinte– era precisamente una potentísima arma para llegar a su fin expresivo.
La realidad, la verosimilitud, la búsqueda de la veracidad, pueden convivir perfectamente con una corriente alternativa que teja su discurso con el espectáculo por el espectáculo. Llegan hasta a retroalimentarse. Ocurre en el cine y también en el periodismo. Por ello saludo esa vía que abren referentes en las redes como Ibai Llanos.
No obstante, el afán polemista de las redes ha convertido en un apocalíptico anuncio de la muerte del periodismo deportivo el privilegio del youtuber vasco de ser atendido por Messi en París. Hubo incluso quien alegaba que era normal que el argentino eludiera a los periodistas, que sólo buscan preguntas incómodas mientras Ibai le asegura un rato de buen rollito. Pues claro que sí, carnes mías. Claro que el periodista debe escudriñar y plantear situaciones incómodas. Es por lo que el periodismo, el buen periodismo –también lo hay malo y pésimo– tanto ha venido sirviendo y servirá a la sociedad. No, el periodismo deportivo no está con la muerte en los talones. Está tan vivo como cuando un ansioso Hitch hojeaba en Hollywood su diario inglés para ver si ganó el West Ham.
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