¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Ussía, el último acto del “otro 27”
El 2% del importe de cada obra pública adjudicada por el Ministerio de Transportes gracias a la intermediación de Santos Cerdán ante el titular Ábalos y el asesor Koldo iba destinado a los tres compinches, sus familias y amistades. No es mucho: los familiares y amigos de Jordi Pujol se reservaban el 3% en sus mejores tiempos, aunque sólo podían morder en Cataluña; los capitostes del PP de Almería, recién descubiertos, exigían cantidades más sustanciosas, ya desde la pandemia. La desvergüenza se expresa de cien maneras y con una sola, y corrupta, identidad.
El misterio de la política española es la facilidad y la asiduidad con que florecen estas tramas de corrupción en las instituciones y los partidos. Hay un arsenal de leyes, organismos y pactos para combatirla... cuando ya se ha producido y ya la Guardia Civil empieza a reprimirla a las órdenes de un juez.
Pero ¿qué se hace para evitarla? La respuesta es: poco. Porque ningún partido enfoca la corrupción como un problema moral que debe ser erradicado por afectar a la salud del sistema democrático, sino como un asunto político a rentabilizar a su favor y en contra del enemigo. Se denuncian los casos que protagonizan los otros, se esconden o se ignoran los propios. La paja en el ojo ajeno y la viga en el propio. La anticorrupción es selectiva.
Si la voluntad contra la podredumbre en lo público fuera firme y sincera y no sectaria y oportunista, los actos de corrupción serían ocasionales y durarían un rato antes de ser detectados. Cuando son sistemáticos, prolongados y organizados, eso quiere decir que alguien los ha consentido: quien nombró a los corruptos para ocupar cargos bien dotados presupuestariamente y/o puestos muy influyentes en la dirección del partido, y quien no vigiló su desempeño en ambas funciones.
Funciona la ley del silencio del patriotismo de partido. ¿Nadie se dio cuenta del súbito aumento del patrimonio del compañero que no tenía donde caerse muerto hasta que lo auparon a la cúspide de la organización? ¿Ninguno se apercibió del cambio en su tren de vida? ¿No ha habido quien sospechara de los constantes gastos en fiestas, viajes, compras y restaurantes de los dos distinguidos militantes que han ocupado durante ocho años la Secretaría más poderosa del partido?
¿Nadie vio ni oyó nada?, ¿O más bien todos callaron lo que veían y oían?
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