¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Ussía, el último acto del “otro 27”
Cuando creía taponada la innegable vía de agua abierta en su depósito electoral por la crisis de los cribados del cáncer de mama, a Juanma Moreno le ha estallado en la cara un caso de corrupción institucional que tiene muy mala pinta.
A ver, la crisis sanitaria es grave por definición: sus víctimas son personas enfermas, afecta al derecho a la salud que es seguramente el más esencial de los que tenemos (después del derecho la vida) y cuestiona el funcionamiento del sistema sanitario, el deber más básico de un gobierno autonómico. Para contrarrestar el desgaste provocado por el tremendo fallo la Junta ha reaccionado con celeridad y diligencia poniendo al frente de la emergencia a su consejero más eficaz y experimentado. También le puede favorecer la errónea estrategia de una oposición instalada en la desmesura y la estridencia. Su eje ha sido: “Moreno Bonilla tiene un programa de privatización de la sanidad pública para enriquecer a sus amigos”. Recuerda mucho la brocha gorda del PP nacional: “El PSOE es una organización criminal que ha instalado la corrupción en España”. Parecen mensajes contundentes y en realidad son demagógicos y estériles.
Más difícil se antoja que el Partido Popular y su jefe no salgan perjudicados grandemente por el escándalo de corrupción que la benemérita UCO, a la orden de un juez como siempre, le ha descubierto y desentrañado en Almería. Los detalles que nuestros compañeros almerienses han desvelado apuntan a una trama de corrupción con todos los avíos: incrustada en Diputación y ayuntamientos, afectando a los más relevantes cargos públicos y de partido, activa durante muchos años, funcionando de modo planificado y con los procedimientos clásicos de contratas y comisiones, más los toques cutres de la jerga críptica (dientes en vez de chistorras) inherentes a la picaresca nacional.
Luego está el factor local. Almería es granero del PP desde hace muchos años. Es junto a Málaga un territorio próspero y ascendente en el que la derecha se ha asentado sin contrincantes. En las últimas elecciones autonómicas, las de 2022, el Partido Popular obtuvo 118.000 votos (45%), el Partido Socialista 57.000 (22%) y Vox 53.000 (29,7%), y 6, 3 y 3 escaños, respectivamente. Si por esta crisis el PP perdiera tan sólo un escaño allí y tan sólo tres en las otras siete, pasaría de 58 a 54 diputados. Se acabaría la mayoría absoluta con la que Juanma ha estado tan cómodo. Puede ocurrir. ¡Quién sabe!
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