A propósito del rififí de París

21 de octubre 2025 - 03:08

El golpe al Louvre –lo que le faltaba a Macron– ha vuelto a ser definido como un rififí, palabra de curiosa historia. Fue el director americano Jules Dassin, exiliado en Francia huyendo de la caza de brujas, quien la popularizó mundialmente con su extraordinaria Du rififi chez les hommes en 1956. Pero su creador fue el novelista Auguste Le Breton, de infancia y juventud tan turbulentas que firmó sus obras con el nombre con el que fue conocido en los bajos fondos: Auguste, porque así lo llamó su padre, un modesto payaso augusto que murió en 1914 en el frente, y Le Breton, porque se crió en orfanatos y correccionales de Bretaña después que su madre le abandonara. Rehízo su vida tras la guerra como escritor y obtuvo la fama en 1953 con Du rififi chez les hommes, publicada en la Serie Noire de Gallimard que dio nombre al género.

Había inventado la palabra en 1942 a partir de “rif”, bronca o pelea en el argot de los delincuentes entre los que vivía. El éxito de la novela le invitó a escribir una serie de 14 títulos ambientados alrededor del mundo, todas precedidas por la palabra clave rififi –que registró como propiedad legal– y seguidas por los lugares en los que se desarrollaba la acción: Du rififi a New YorK, Du rififi a Barcelone, Du rififi au Mexique, etcétera.

En 1955 Jules Dassin la filmó haciendo la palabra rififi internacionalmente famosa con otro sentido. Si en la novela aludía a la bronca entre los ladrones, tras la película se popularizó para aludir a un robo perfecto y sin violencia. La larga secuencia del golpe a una joyería, 32 minutos sin diálogos ni música, consagró el nuevo uso de la palabra y fundó un género –que contaba con precedentes americanos como La jungla de asfalto de John Huston (1950)– que tendría continuidad, por citar solo las primeras, en Atraco perfecto de Kubrick y Bob el jugador de Melville (ambas de 1956), Ocean’s Eleven de Milestone (1960) o Topkapi (1964), en la que Dassin repite el tema en clave de comedia. Sin olvidar la genial parodia que Monicelli hizo en I soliti ignoti (1958, prefiero el título original Los habituales donnadie al groseramente oportunista Rufufú con que se estrenó en España), que tuvo la maravillosa réplica española de Forqué Atraco a las tres (1962). Esta es la historia de rififí.

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