El putsch de los jubilados

Nos quieren presentar como una conspiración golpista lo que es una conversación de cuatro jubilados exaltados

05 de diciembre 2020 - 02:31

Al Gobierno se le ha aparecido en forma de ángeles cantores un grupo de militares retirados (jubilados, en lenguaje civil) que uno imagina con bigotes a lo káiser y batín aguatinado, como es tradición en la iconografía del TBO. Justo el día que el Ejecutivo de Progreso aprobaba los presupuestos gracias al apoyo de los filoetarras y los sediciosos (no son excesos verbales, sino sentencias judiciales), se filtra un chat energuménico en el que unos generales y coroneles del Ejército del Aire, no sabemos si bajo los efectos del jumilla, vierten una serie de barbaridades. Ya saben, que si un cuartelazo, que si hay que fusilar a no sé cuántos millones, etcétera. En definitiva, una versión moderna de lo que asegura Pepote Rodríguez de la Borbolla que le dijo el general Merry cuando lo fue a visitar a la Capitanía General de Sevilla: "A España, de vez en cuando, hay que desconejarla". El contenido, evidentemente, es inaceptable, pero sería tramposo no explicar el contexto en el que se producen dichas afirmaciones. Los chats de whatssap tienen una cosa buena y otra mala. Por una parte, se han convertido en el último rincón de la libertad de expresión en su sentido más salvaje, en una zona libre de ese neopuritanismo inquisitorial que nos asfixia; por la otra es lo más parecido que existe a una barra de bar a las cinco de la mañana, cuando ya han echado la persiana y sólo queda dentro un grupo de borrachos que gritan y dicen frases inconexas y provocativas, exagerando los sentimientos y las opiniones. Si leyésemos los chats de políticos, profesores, periodistas y un largo etcétera de profesiones diríamos de éstos lo mismo que Shakespeare sobre la vida en Macbeth "es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada".

Es normal y deseable que la ministra de Defensa afee estos excesos verbales de los espadones digitales, pero es una ridiculez que vaya a la Fiscalía. Mejor haría en acudir a tan alta instancia judicial para que le pregunte a muchos de los militantes y representantes de Bildu, uno de los bastones parlamentarios del Gobierno, qué pueden aportar para solucionar los más de 300 asesinatos de ETA aún sin resolver. Aquellos no fueron fusilamientos hipotéticos de un generalote bocazas, sino tiros en la nuca reales.

Ha sido impresionante ver estos días el despliegue brutal de los medios públicos o amigos del Gobierno sobre el contenido del chat de la XIX promoción del Aire. Nos quieren presentar como una conspiración golpista lo que es una conversación de jubilados exaltados. A la izquierda, con su vieja pulsión antimilitarista, no le place el prestigio que están adquiriendo las Fuerzas Armadas en la España democrática. Ésta ha sido una oportunidad de oro para deteriorar su imagen. Como se suele decir, se lo han puesto en bandeja.

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