VUELVE esta semana a casa, a la casa que dejó de forma tan prematura y tan dolorosamente sorprendente. Y aunque en realidad nunca se fue del todo, esta semana vuelve para recoger un reconocimiento de nuevo cuño, el premio que lleva el nombre de un sevillano de cuna y de ejercicio permantente de sevillanía, Manuel Clavero. Premio llamado a cotas de enjundia indudable y que no podía tener mejor nacimiento que la designación de Fray Carlos Amigo como primer destinatario. Ayer en estos papeles y mediante enjundiosa y prolija entrevista de Carlos Navarro, el cardenal se metía por los vericuetos de la memoria para recorrer nuevamente Sevilla y llorar por la iglesia de Santa Catalina, que se cae a pedazos y que no ha tenido la fortuna de encontrar el asidero que apareció para que el Salvador sobreviviera. Vuelve este jueves Fray Carlos a Sevilla, su casa, esa morada que tan pronto abandonó.
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