La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La Mina es una mina de felicidad en las tabernas de Sevilla
La aldaba
El alcalde acierta al descartar promociones de viviendas en los suelos de Tablada. Mastiquen un chicle para dejar de salivar quienes llevan años frotándose las manos y echando cuentas del pelotazo que supondría levantar colmenas de pisos en un terreno que debería ser el pulmón verde de una ciudad necesitada de más espacios libres y de menos pájaros con traje. Cada gobierno de la ciudad tiene sus personajes favoritos: su tabernero, su torero su trovador, su aristócrata, sus empresarios y, entre éstos, sus constructores. Solo hay que observar con distancia los asistentes a ciertos saraos en cada inicio de mandato para descifrar quiénes aspiran a consolidarse como una suerte de jet local, una corte municipal que se esfuma como en una turbamulta de la Madrugada en cuanto aparecen las curvas. Mientras tanto, sigue la dolce vita, el jajajá y el fotocol pero, ay, ya sin la posibilidad de pelotazo en Tablada. Y no es porque tengamos nada en contra de que el personal gane dinero con su trabajo, que conocemos promotores la mar de serios y verdaderos señores en esta ciudad. Los gatos empadronados en el vientre son patrimonio de Podemos, Sumar y esos partidos que demonizan al emprendedor.
Por fin el alcalde alude a que se cumplirá el PGOU vigente con Tablada, que declara el terreno no urbanizable y de especial protección por su inundabilidad, además de impulsar la figura del parque metropolitano para la que falta el compromiso de la Junta. Que aprendamos la lección de la tragedia de Valencia, que los dirigentes entren en razón y no acepten presiones indebidas de especuladores temerarios, que se gobierne con el único objetivo de dejar una ciudad mejor de la que se encontraron al llegar a los cargos. José Luis Sanz hizo ayer un ejercicio de sensatez a las preguntas de Salomón Hachuel en el Hoy por Hoy de Radio Sevilla (SER). Tablada queda, también en el plano político actual, como una zona libre de pelotazos. No se debe asumir ningún riesgo, no se debe hacer caso a ningún informe redactado a instancia de parte (interesada)que dictamine la posibilidad de edificar donde está más que probado que las condiciones del suelo no permiten más que usos livianos. Conviene tomar nota del desastre del que aún no hemos salido y alejarnos de cualquier posibilidad de cometer un disparate. Hay que enterrar cualquier promesa electoral que incluya la combinación de un parque periurbano con bloques de vivienda. Hagamos una ciudad más habitable, no con más riesgos. Sumamos décadas mareando la perdiz de Tablada por unos motivos o por otros, cuando siempre se debió tener claro que la mejor contribución para la ciudad es que sea un gran terreno público. Con pájaros de verdad, no con los de otro tipo que solo comen el alpiste del pelotazo.
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