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Teodoro León Gross

Un tiempo (realmente) nuevo

El postsusanismo tiene hoja de ruta, está por ver ahora cómo se pasa de las musas al teatro

1 Hay un tiempo nuevo. Y paradójicamente ese tiempo nuevo, sintagma acuñado por Susana Díaz para el susanismo, va a ser el postsusanismo. La hegemonía de la izquierda ahora no existe, y en el PSOE y Adelante Andalucía van a tener que cambiar el paradigma asumiendo que el pacto policromático de la derecha (centroderecha de C's+derecha del PP+extrema derecha de Vox) no es una alianza aberrante contra natura, por más que traten de estigmatizar la mayoría salida de las urnas, sino la lógica de la democracia. Algunos deberían copiar cien veces de-mo-cra-cia. Los malos gestos delatan la resistencia a aceptar la realidad del cambio. Por demás, un tiempo nuevo no puede ser mero turnismo. Sólo se materializará cambiando de política, no sólo cambiando de color. Hay que interpretar el voto del 2-D con el viejo axioma científico atribuido a Einstein: "Si buscas resultados distintos, no hagas lo mismo". Y se buscan resultados distintos para reducir el paro, el déficit educativo o la elefantiasis burocrática. De momento el programa pactado por PP y Cs tiene muchos puntos ilusionantes. Pero se examinarán de gestión, no de ilusión. Y eso va más allá de hacer auditorías volcánicas y filtrar facturas de la Faffe para el escarnio. El riesgo de toda ilusión es quedar en ilusoria. Entretanto, ante un tiempo nuevo, es razonable mantener la ilusión.

2 Hay un tiempo nuevo, sí; pero el concepto acuñado por Susana Díaz para ella va a funcionar contra ella. Se está inaugurando el postsocialismo, pero también el postsusanismo. Susana Díaz no sólo pasa a la oposición en el Parlamento, quizá también en el partido. El sanchismo, al norte y al sur de Despeñaperros, espera entre ruido de sables. Los quintacolumnistas andaluces del sanchismo están en vigilia de armas. La tregua de Navidad, donde sanchistas y susanistas pueden haber cantado juntos Noche de Paz como alemanes y británicos en las praderas de Ypres paralizando la Gran Guerra, acabará pronto y el día después de la investidura amanecerá, como en 1914, bajo un fuego cruzado inmisericorde. Va a ser una guerra sin cuartel, a degüello. El susanismo regresó de las primarias al refugio del feudo andaluz pero Susana Díaz pronto descubrirá amargamente hasta qué punto el susanismo, una vez perdido el poder, va perdiendo efectivos. El destino de ella previsiblemente será un retiro confortable, en un cargo discreto, y las tardes libres para disfrutar del "tieso" y de su criatura, que sin duda será más feliz así que ejerciendo de extra en las campañas electorales. El susanismo descuenta sus últimas horas en funciones antes de las primeras razias. Los tiempos nuevos a menudo comienzan, real o metafóricamente, haciendo correr la sangre.

3 El tiempo nuevo del postsocialismo postsusanista ya tiene hoja de ruta. Y la literatura es sugerente: las noventa medidas del cambio redactadas por PP y Cs. Ahora está por ver cómo se pasa de las musas al teatro. El tiempo apenas existe en la política del siglo XXI y urge adelantarse a la percepción de que el nuevo gobierno es más de lo mismo -ese terrible "todos son iguales"-, no defraudando las expectativas. De momento el acuerdo tiene buena literatura, sí, pero sin memoria económica. Sus promesas son sugerentes, pero cualquiera puede preguntarse, como hizo Josep Pla la primera vez que vio Manhattan de noche maravilladamente, "¿y esto quién lo paga?". Con buena literatura no se hace buena gestión. Se han colocado el listón alto; y por tanto el riesgo de caída es mayor. Quien mucho promete mucho defrauda dice un adagio lleno de escepticismo español. Mejor si no es así, porque significará que han logrado resultados. Pero el reto programático, por añadidura con la incertidumbre de una bajada masiva de impuestos, es un alpedué. Y en la política actual, como advierte Rosanvallon, los sentimientos de rechazo se imponen a los de adhesión. Aunque ellos no han redactado una memoria económica, los votantes sí que tienen memoria.

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