Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
ENTRENABA Luis Carriega en su segunda época verdiblanca y marcaron Gabino y Romo. Han pasado veintiséis años del último triunfo que registra la historia del Betis en Mestalla, su campo más esquivo. Aquello fue el principio de un desencuentro, el primer capítulo de una historia que señalaba al Betis como el gran culpable del descenso a Segunda del Valencia, el único batacazo de esa categoría del equipo che en su vida. En la jornada penúltima, un triunfo del Betis en Cádiz hubiera dado aire al Valencia, pero no se pasó del empate sin goles en un partido donde ninguno de los dos hizo intención alguna de cruzar el ecuador de la cancha.
Aquel empate fue uno de los muchos clavos candentes a los que el Cádiz se asía en tiempos de Manolo Irigoyen en la presidencia. Y para que tal resultado se produjese intervinieron las más altas instancias de aquella autonomía que encabezaba Pepe Borbolla. El Valencia se fue a Segunda a pesar de lo mucho que Alfredo di Stéfano, su entrenador entonces, imploró cerca de su compatriota Calderón y de su amigo del alma Luis del Sol, a la sazón entrenador del Betis tras haber suplido a Carriega unas jornadas antes. A raíz de aquello, un ambiente envenenado recibía al Betis en Mestalla y la verdad es que desde entonces sólo sacó el Betis un par de empates.
Los últimos resultados han traído un soplo de optimismo al nido bético, de ahí que se vaya a Valencia con más confianza en el triunfo. Una victoria serviría para soñar con cotas inalcanzables durante demasiado tiempo y como tampoco están por allí para tirar cohetes, pues de ahí muchos de los fundamentos para ese optimismo. Sabido que el fútbol es un estado de ánimo, no cabe duda de que los momentos anímicos de Valencia y de Betis son muy distintos. Los primeros tienen muchas ausencias, el entrenador ha dicho que no seguirá y la eliminatoria con el Atleti puede distraerlos. Han pasado veintiséis años de la última vez y al fin parece que el Betis, quizá...
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